En medio de esa ciudad ruidosa, desordenada y caótica como es Nueva York, el escritor Fabián Soberón supo hallar a los personajes anónimos que sirven como un reflejo de “La gran manzana”. El autor tucumano vivió tres meses allí y durante ese tiempo escribió los textos que se agrupan en el libro “Cosmópolis”, publicado por la editorial Modesto Rumba.
“Esto es lo que llamo crónica-fusión -explicó Soberón-, porque tomo un concepto del escritor cubano, Guillermo Cabrera Infante, a propósito de la ciencia ficción; él cambia el nombre y propone ciencia-fusión, porque dice que el género es ciencia en una fusión con otras disciplinas; entonces, tomando este concepto, hablo de crónica-fusión, porque me parece que en el libro está la fusión de la crónica con la ficción, también de la crónica con la poesía, la crónica con el ensayo”, precisó.
El libro ya fue presentado en Nueva York y en Buenos Aires; ahora es el momento de hacerlo en Tucumán. El martes, a las 19.30, se realizará la presentación oficial con la presencia de Soberón.
Será una conversación con el editor Jorge Brahim, en el marco del ciclo cultural “El valor de la palabra”, que se desarrolla en la Casa Museo de la Ciudad, ubicada en Salta 532.
-¿La ciudad se retrata en la vida de los personajes anónimos?
-La ciudad está presente, pero siempre desde la mirada de un yo. Siempre dije que la ciudad es un espejo deforme de mi yo, o de un yo, porque no es la ciudad retratada por un urbanista, sino que es la ciudad desde la subjetividad del transeúnte; del que busca historias mínimas, historias de personajes secundarios, que transitan por las calles que son anónimos y que no forman parte de la gran historia de Nueva York, sino que hay un escritor manco en la quinta avenida que pide un dólar a cambio de escribir una historia; hay músicos de jazz, que tocan para nadie, porque están en el Central Park y nadie los escucha; hay un fotógrafo que se perdió de sacarle una foto a John Lennon y que se lamentó toda su vida; es decir son historias de personas con las que yo traté o que conocí o que busqué en las caminatas por la ciudad. El libro es lo contrario de una guía turística.
-Estos personajes le dan sustento a un ritmo de vida muy característico de Nueva York...
-Nueva York es la ciudad de lo múltiple, de lo diverso, es la ciudad de las múltiples historias, simultáneas, paralelas, y es por excelencia para mí lo que ya los estoicos pensaron como es el cosmopolitismo. En Nueva York, lo múltiple, lo diverso es lo más común, entonces traté de graficar, a través de estos relatos, esa multiplicidad. Pero lo diverso y lo múltiple son lo común, no son lo extraordinario. El concepto de identidad parece que se diluyera por momentos, porque ser un transexual, o ser un ciudadano colombiano, o de Zimbabwe, o ser un ciudadano que habla cinco lenguas o tres o dos lenguas, que en algún otro territorio como San Miguel de Tucumán pasaría por algo exótico, en Nueva York es lo común. Y eso me parece fascinante, porque ahí la idea de pertenencia, por momentos al menos, desaparece, y ahí me siento cómodo en la no pertenencia. Por eso quise escribir un libro sobre esa ciudad.
-¿Cuál es la invitación al lector de Cosmópolis?
-Como toda propuesta literaria, este libro le ofrece al lector poner la vida entre paréntesis y entregarse a una experiencia que es el goce de la lectura; no tengo un propósito ético o que vaya más allá de lo textual; me parece que cada lector arma su propio viaje con la lectura y encuentra ahí resonancias resonancias. Algunos lectores, por ejemplo, me han dicho que han encontrado algunas excursiones filosóficas a propósito de un ciudadano que puede ser cualquier ciudadano del mundo, porque claramente los personajes que aparecen podrían aparecer en otros lugares, un homeless, alguien que vive en la calle, pero podrían ser los crotos de Tucumán, porque yo seguí a los personajes.