Poco más de seis kilómetros de distancia separan Villa 9 de Julio, una de las barriadas más populosas de la capital, con el municipio de Banda del Río Salí, ubicado en la zona este de la provincia. Ambos sectores forman parte de un “circuito” recorrido constantemente por motochorros, que en apenas 15 minutos pueden pasar de un lugar al otro.
Los datos del mapa del delito elaborado por LA GACETA a partir de información policial y judicial y del aporte de los lectores, revelan que la barriada capitalina y su municipio vecino hacia el este, son los sectores de la provincia donde la inseguridad ha impactado con mayor crudeza entre sus residentes. Robos constantes, poca presencia policial y el consumo de drogas entre los jóvenes son algunos de los factores que alimentan la crisis, dicen los vecinos y comerciantes que fueron consultados.
“Villa 9 de Julio siempre fue un barrio difícil, pero cada vez está peor. Está muy mal la zona. Los horarios pico de los asaltos en la calle son a primera hora de la mañana y a la noche. Los comerciantes tienen que estar atentos todo el tiempo. Hasta con las rejas cerradas te roban. Eso como comerciantes nos complica porque la gente no puede entrar a la despensa y a veces se molestan por eso. Yo los entiendo, pero no me queda otra”, contó Gladis Di Marco, propietaria de un local de calle Álvarez Condarco.
La comerciante reclamó mayor presencia policial. “Se los ve muy poco patrullando. Los motoristas pasan de vez en cuando, pero eso no es suficiente. Nos sentimos desprotegidos. Llamás al 911 y no hay forma de que te atiendan”, señaló. También contó que el consumo de drogas se generalizó entre los jóvenes de la barriada. “Aquí se paran a consumir. Para ellos es normal. Son los mismos que después te asaltan”, concluyó.
Vías de escapes
“Yo soy preventista. Vengo aquí a la mañana, porque a otra hora es imposible recorrer el barrio. A mí me asaltaron varias veces, me robaron la recaudación, el celular y hasta la computadora portátil para levantar los pedidos. Aquí te pueden asaltar en cualquier momento, no importa si sos un vecino de toda la vida o si sos un desconocido. No les importa nada”, dijo Oscar Lazarte.
“Por lo general tienen dos vías de escape. O son del barrio y escapan hacia El Matadero, o si no huyen hacia el parque 9 de Julio, y desde allí hacia la zona este. Tienen muchas facilidades para robar en el barrio y después escapar hacia otras zonas”, agregó.
“Huyen hacia las vías detrás de la avenida Martín Berho; esa es la frontera más peligrosa de Villa 9 de Julio. Parece increíble que a pocas cuadras del centro pasen estas cosas”, dijo la vecina Amalia Quiroga.
“En medio de un incendio”
“Villa 9 de Julio es así. Tenés algunas zonas que son tranquilas y otras que son muy peligrosas, que son cada vez más, lamentablemente”, amplió.
“Aquí la seguridad está al rojo vivo, vivimos en medio de un incendio. Los vecinos sufren desde actos de vandalismo hasta robos callejeros y asaltos a comercios y domicilios. La Policía pasa, pero no es suficiente”, explicó la comerciante. “Tenés que estar atenta todo el tiempo, vivimos a la expectativa de lo que nos pueda ocurrir”, añadió Estela, quien atiende una carnicería. Su marido, Gustavo Peralta, amplió: “Sabemos que es imposible tener un policía en cada esquina, pero pedimos que al menos patrullen la zona con más frecuencia. Todos los días ocurren varias situaciones. La gente les tiene miedo porque andan siempre armados y son violentos”.
Los vecinos se quejaron por el incremento de los quioscos de droga. “Una de las calles más complicadas en la Raúl Colombres; por ahí se da mucho la venta de drogas, que es lo más grave de la inseguridad. Los chicos van y vienen, parece un desfile. Ya ni se ocultan, la consumen en la calle”, señaló un vecino que pidió que su nombre se mantenga en reserva por temor a sufrir represalias. “No tengo temor por mí, sino por mi familia. Aquí todos nos conocemos. Hasta la Policía sabe bien quiénes son los delincuentes”, concluyó.
Sin seguridad
En Banda del Ríos Salí los vecinos y comerciantes remarcaron que en la zona céntrica la presencia de los vigías municipales colabora con la Policía en las tareas de prevención. Pero aseguran que en los barrios de la periferia se vive una ola de inseguridad sin precedentes.
“Mientras están abiertos todos los negocios de la cuadra, no hay problemas. Pero una vez que cierra el primero, nos tenemos que ir todos. Así sucede a última hora de la tarde. En ese momento uno ve que empiezan a pasar los motochorros y la calle se vuelve muy peligrosa”, aseguró Magui Castillo, que atiende una distribuidora de avenida Avellaneda primera cuadra.
“El gran problema son los ladrones que andan en varias motos, en grupo. Están marcando todo y en cualquier momento te asaltan”, indicó Oscar Hernández, un vecino de la cuadra. El hombre explicó que en la mayoría de los casos, los asaltantes “son adolescentes; los vecinos les tienen miedo porque andan muy drogados, como perdidos, y encima, hoy en día cualquiera anda con un arma”, sostuvo.
Esvin García es peluquero y tiene su local en avenida Independencia al 100. “Es un desastre la forma en la que vivimos, y eso que esto es una zona muy comercial. Ya no sé qué recaudos tomar. Me han robado varias veces y también se ven muchos robos en las calles”, señaló. “Estás trabajando y de pronto escuchás los gritos que vienen de la calle; son las chicas a las que acaban de asaltar para robarles el celular; o entran a los negocios y alzan lo que sea. Es una vergüenza que uno tenga que trabajar para estos delincuentes”, se quejó.
“Da bronca que se muevan con tanta impunidad. Nos sentimos totalmente desprotegidos. A la Policía se la ve, pero cuando pasa algo, no están. La Policía sólo ayuda a los que pagan el servicio. Esos son los comerciantes que gozan de un privilegio; los otros, no”, consideró Alfredo, un vecino de San Martín al 100. “No hay seguridad. Esta es una zona donde hay mucha pobreza y también delincuencia. A todo eso se le suma la cantidad de chicos de barrios humildes que sufren las adicciones. Creo que ese es la principal causa de la inseguridad en el municipio”, señaló.
Ofelia Albornoz, una jubilada, comentó que la inseguridad se hizo más notoria desde hace unos años. “Antes era diferente, los vecinos nos reuníamos en la en la vereda a tomar mate. Eso cambió, ya no ocurre más. Si te descuidás se te meten en la casa”.