Se suele decir que es junto al perro, uno de los mejores amigos del hombre, pero en ocasiones no hay reciprocidad o esta deja mucho que desear, por lo menos, en Tucumán. “Mi caballo era ligero como la luz del lucero que corre al amanecer”, decía Bartolomé Mitre. En varias de nuestras rutas los equinos se han convertido en sinónimo de muerte, como sucede en la N° 341, que conduce a Raco. Con cierta frecuencia, se registran accidentes automovilísticos, especialmente durante la noche.
En nuestra edición de ayer le dedicamos un espacio a esta problemática. El domingo, alrededor de las 21, a la altura de Los Guayacanes, cuando una señora regresaba de Raco a Tucumán por la ruta 341, embistió a un caballo. En medio del camino había tres animales; logró esquivar el primero, pero no pudo evitar chocar al segundo. Por el impacto, se elevó y cayó sobre el techo del vehículo; afortunadamente no hubo heridos. En ese mismo lugar, durante la misma noche, se registraron dos siniestros más. Un hombre que circulaba con su esposa, esquivó dos caballos, pero se estrellaron contra el tercero; la camioneta dio tres tumbos y quedó tirada a la vera de la ruta.
Según los vecinos, la Policía conoce a los propietarios de los caballos. Un oficial dijo que efectúan controles dos veces a la semana durante la tarde y la noche, pero carecen de móvil con tráiler para secuestrar los animales. El policía afirmó que el 50% de los caballos no tiene marca o está adulterada o deformada. “La mayoría son animales que quedan fuera del circuito de la práctica de polo y cuando los descartan pasan a manos de lugareños”, contó.
El comisionado rural de Raco manifestó que hay veraneantes que tienen caballos y los dejan a cuidado de lugareños, pero estos, a su vez, no tienen las condiciones necesarias para resguardarlos, no tienen corral y los animales se escapan hacia la ruta; habló de responsabilidades compartidas. El funcionario criticó la imprudencia de los conductores que violan el límite de velocidad permitido en ese sector y considera que la instalación de lomos de burro puede ser una alternativa posible. Agregó que en ocasiones son equinos que ya habían secuestrados y luego liberados. “Sorpresivamente la marca del caballo demuestra que es un animal que ya fue secuestrado, porque tiene una numeración y esa numeración la utiliza la Policía de secuestro, entonces quiere decir que hay alguien que pagó la multa y lo recuperó al caballo, entonces en el sistema hay algo que está mal”, sostuvo.
Cuando los caballos son encandilados por los vehículos, reaccionan con violencia y se van contra el rodado; casi nunca se retiran del camino. Los animales salen a las rutas porque sus dueños no tienen el cuidado de mantenerlos en los cercos adecuados o atados. Ningún propietario o cuidador podría alegar que no conoce el peligro que significa dejarlos sueltos cerca de las rutas, como tampoco ignorar las normas sobre este asunto.
Es cierto que una buena parte de los conductores tucumanos se caracterizan por la imprudencia y son amantes de apretar el acelerador a fondo en las rutas, pero el Estado no puede mirar para otro lado. Se podría llevar un registro de propiedad de animales o buscar el modo de identificar a quiénes pertenecen. La ley 3.487 faculta a la Policía a levantar animales sueltos y efectuar los controles. Si la inspección es poco eficaz y la ley no se aplica con rigor, ¿quién se responsabiliza entonces por las víctimas causadas por animales sueltos en las rutas? ¿Las autoridades?