Funcionarios provinciales reconocieron que la escasez de agua potable es un problema serio en El Mollar y coincidieron con que se precisa una solución de fondo. El crecimiento demográfico vertiginoso, una red antigua de distribución y dos pozos y una toma superficial que salieron de servicio en el último tiempo, son algunos de los factores que -según afirmaron- atentan contra la cantidad del líquido que sale de los grifos. Además, remarcaron que el servicio pasó a manos de la comuna apenas hace un par de años y que antes era explotado por cooperativas o juntas vecinales de manera discrecional.
El interventor del Servicio Provincial de Agua Potable y Saneamiento (Sepapys), Adrián Ruiz, explicó que el líquido que llegaba a los mollaristos provenía de tres tomas superficiales (de las vertientes de Rincón Micuña y Mula Corral, y del río El Mollar) y de tres perforaciones. Indicó que el servicio se resintió en los últimos años porque dos de los pozos salieron de servicio por baja productividad y porque no autorizaron a la comuna a usar el agua del río, ya que carece de planta potabilizadora. “El problema no es la falta de agua, sino que no hay planta de tratamiento. Al no dejarlos usar el agua del río, se sintió la baja de caudal”, señaló el geólogo. Y agregó: “cualquier sistema superficial debe tener planta de tratamiento para sólidos. Existen en las dos vertientes, pero son chicas”.
Polémica iniciativa
El delegado comunal, Jorge Américo “Meco” Cruz, propuso a los vecinos que colaboren con el aporte de caños para cubrir los 10 kilómetros para obtener agua del río Los Alisos. “Si cada dos vecinos ponen un caño de 160 y 140 milímetros de diámetro, nos alcanzaría para concretar el proyecto”, había dicho a LA GACETA.
El secretario de Estado de Asuntos Comunitarios y Sociales del Interior, Alberto Olea, aseguró que los dichos de Cruz surgieron de una charla informal con los vecinos, que preguntaron cómo podían ayudar para mejorar el servicio de agua. No obstante, reconoció que la situación es delicada. Denunció también que, debido al alto grado de disconformidad, pocos usuarios pagan la boleta del agua.
Sobre la calidad del líquido, Olea dijo: “como viene de arriba, cuando hay tormentas trae barro. Es un agua muy buena, pero en algunos momentos empieza a arrastrar barro y no se la consume; en el verano, (El Mollar) puede tener un pico de 20.000 personas en un fin de semana, y no está preparado para recibir esa cantidad de gente, al menos en agua potable”.
Proyecto de fondo
Ruiz explicó que la idea de Cruz es una pequeña parte de una obra mucho más importante que se debe hacer en El Mollar, que podría costar unos $ 100 millones. “De cada casa que hacían metían una manguera a la red, por lo que hubo baja de presión; se fue de las manos”, dijo. Al respecto, indicó que se licitó la contratación de trabajos de consultoría mediante el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa), para la elaboración de un proyecto que brinde una solución definitiva, pero que no prosperó.
El subadministrador de Enohsa, Alejandro Ávila Gallo, explicó que los fondos para la contratación de los trabajos de consultoría son de crédito externo. Por ello, requieren una aceptación del Estado Nacional a endeudarse, algo que no es posible en un contexto en el que se busca reducir el déficit fiscal. “No es caprichosamente que se corta; es por la posibilidad de endeudamiento hoy, que es nula”, detalló.
El interventor de Sepapys informó que los objetivos a corto plazo son reactivar los dos pozos que no están abasteciendo al sistema y dejar en condiciones las tomas para que los mollaristos tengan un agua de calidad. Sin embargo, advirtió: “cuando llegue el boom turístico, se va a resentir el sistema”.
Olea y Ruiz indicaron que las obras necesarias para El Mollar ya fueron puestas a consideración del Ministerio del Interior.