Más que una celebración evocatoria de 1945, el 17 de octubre mostrará principalmente en cuántas agrupaciones nacionales se fragmenta el peronismo: federales, cristinistas, renovadores, justicialistas, bloquistas, o como prefieran llamarse. Además expondrá que todas están en ebullición, tratando de rearmarse. En la fecha histórica que marca el nacimiento del peronismo, todas las líneas tratarán de potenciarse como corrientes alternativas del movimiento, ya sea para generar un espacio común de coincidencias que pueda terminar en una gran PASO o bien para mostrarse como una opción individual, posible y distinta, frente a Cambiemos. A todas, de hecho, las une la intención de ir en contra de Macri.
La reunión del miércoles en Tucumán será centralmente un intento de Manzur por fortalecerse nacionalmente, no tanto para terminar siendo un candidato que integre una eventual fórmula presidencial sino para obtener el respaldo suficiente como para ganarse un lugarcito en el peronismo, que hoy se muestra dividido y con posturas irreconciliables entre algunos sectores, por lo menos en boca de unos cuantos dirigentes. Esa meta ambiciosa deja en claro que ya se considera a sí mismo como el conductor del peronismo en la provincia, un rol que no había ejercido durante toda su gestión, pero que se evidenciará a partir del respaldo masivo que obtendrá de parte de la dirigencia local el 17. Allí estrenará el rol de jefe.
Movilización contra foto
La repercusión que lograron en todo el país Urtubey, Schiaretti, Massa y Pichetto a través de hacer explotar las redes sociales con una simple foto -para instalarse como alternativa electoral-, también la quiere repetir el tucumano, aunque de otra manera: a la antigua. Con una gran movilización, muy al estilo peronista, con la gente en la calle y con toda la parafernalia del justicialismo en el día más sentimental de los “compañeros”. Sin embargo, el éxito político del acto desde la perspectiva nacional no dependerá tanto de la masividad como de la calidad de las presencias políticas y sindicales. En la Casa de Gobierno entienden que con que sólo ocho gobernadores respondan y asistan a la convocatoria, Manzur ya podrá sonreír, máxime si se apersonan popes de la CGT nacional, con quienes el gobernador mantiene lazos más que aceitados. Si el cuadro se completa con una gran concentración, mejor.
Entre las huestes del oficialismo se dice que Manzur pone la calidad; y Jaldo, la cantidad. Las miradas estarán puestas en Tucumán el miércoles. Para medir el éxito o el fracaso de su intentona deberán analizarse las lecturas que se hagan desde el ámbito nacional sobre el 17 tucumano.
A puertas cerradas -aunque con filtraciones por entre las hendijas de las puertas-, el mandatario instó a intendentes, a comisionados rurales, a sindicalistas y a ex funcionarios legislativos y ejecutivos a movilizar gente desde sus territorios hacia el parque 9 de Julio. A los principales referentes capitalinos se les demandó el aporte de 10.000 militantes cada uno, cifra que provocó una sonrisa nerviosa en varios, porque para muchos implica un verdadero ensayo preelectoral. Eso cuesta. La solicitud está hecha, la respuesta está por verse.
Lo que cabe destacar es que todos se movilizarán por Manzur, lo que fronteras adentro de Tucumán tiene un significado político especial: el que ponga los pies en ese plato no los podrá sacar para 2019, y el que no los ponga quedará marcado con el signo de opositor interno por la falta de acompañamiento. En el Día de la Lealtad habrá que descubrir a los leales del manzurismo, y a los que no lo quieren ser. A mirar las pancartas entonces. Los presentes del miércoles serán los fieles de octubre del año entrante; y los ausentes serán anotados en el libro rojo de los heridos. Algunos en las páginas de los insalvables; y otros en las hojas de los que pueden tener cura y ser rescatados. O reencauzados.
Vale hacer un pequeño paréntesis para recordar una anécdota de 1991, en plena intervención federal en la provincia, que pinta el pragmatismo del peronismo en su máxima expresión a la hora de organizar actos masivos. Unos días antes del festejo del 9 de Julio de ese año el entonces secretario de Gobierno, Oscar Adre, citó a todos los delegados comunales, los que en esa época eran elegidos directamente por el Poder Ejecutivo. La cita era a las 9 en el Salón Blanco. A esa hora ingresó el funcionario, se paró frente a las sillas, vio muchas vacías, y en su tonada bien cordobesa les dijo a los pocos que estaban: “a las 10 quiero ante mí a los 93 delegados, el que no esté deja mañana su renuncia en mi escritorio”. Los pocos que escuchaban, tras los primeros gestos de sorpresa, salieron raudamente de la Casa de Gobierno, recorrieron los bares aledaños e hicieron llamadas telefónicas.
A las 10, Adre cruzó otra vez las puertas del Salón Blanco; lo encontró más lleno. Sonrió, nadie quería renunciar aparentemente, porque aparecieron todos. No hubo discurso, más bien una orden concisa: “el 9 de julio, cada uno trae 100 personas a la plaza. Gracias”. Y se fue. Y la plaza Independencia se llenó para Carlos Menem el día de la Declaración de la Independencia. Veintisiete años después, otra movilización se organiza sin aquellas amenazas de despidos; pero -como se dijo- habrá quien registre a los presentes y también a los ausentes. Los premios y castigos estarán vinculados a los comicios de 2019. Recuérdese que para acoplar no bastará tener un partido provincial -según la nueva normativa-, sino ser aceptado por la fórmula gubernamental del oficialismo. Hoy por hoy, esa es la de la dupla Manzur-Jaldo.
Manzur no quiere fracasar el 17. Su apuesta es alta y riesgosa; y con una doble finalidad. La primera es la de demostrar que puede estar en esa mesa grande de las decisiones centrales con vista a las elecciones nacionales. Espera compartir ese lugar con los principales exponentes nacionales del peronismo a la hora de definir cómo y con quiénes van a competir en contra de Macri en 2019. Se ve como uno de los cruzados en esa futura mesa redonda a partir del miércoles. El tucumano es de los que creen que el peronismo unido puede volver al poder el año próximo. Por eso el mensaje que trató de instalar en su convocatoria es el de la unidad sin exclusiones. En ese marco, a la cita del miércoles la armó con la mente puesta en la presencia de la mayor cantidad de referentes de los distintos espacios. Sin embargo, no va a poder ser: habrá autoexcluidos. Es que cuando tratan de reamarse, de organizarse, de unirse, todos se creen únicos dueños del bastón de mariscal que llevan en la mochila. Así que se bajaron los cristinistas de paladar negro -los “K” puros- porque no pueden compartir espacio con el gastronómico Barrionuevo, que los detesta. De la foto de “los cuatro fantásticos”, el cordobés Schiaretti y el salteño Urtubey adujeron otros compromisos para adelantar el faltazo; los otros dos aún están en “veremos”.
Si Pichetto y Massa finalmente asisten serán un gran respaldo a las pretensiones y a la iniciativa del mandatario. El líder del Frente Renovador está en duda todavía, no así varios referentes de su agrupación, como los diputados Lavagna y Camaño. Manzur -vale reiterarlo- necesita que sobrevuele un “halo nacional” en el festejo del 17, para lo cual deben confluir presencias de peso específico en el palco y una masiva presencia de militantes frente al escenario central; la repercusión nacional que pueda obtener depende de estos dos ingredientes.
La segunda finalidad del mandatario contempla una decisión que va en dos líneas, la del mensaje nacional de unidad que quiere imponer y, en consonancia, la de asegurar que no tiene aspiraciones de candidaturas nacionales para 2019. Lo segundo reafirmaría lo primero, poniéndose por encima de las peleas por las postulaciones presidenciales. Es el gesto a observar. La consecuencia local de esta especie de renunciamiento a los planos electorales nacionales, sería la ratificación definitiva de que va a pelear por la reelección junto a Jaldo. De ahí a que use ese día para hacer el gran anuncio no media nada. A esperar. Puede ser la frutilla del postre de la jornada. Ya hizo un adelanto cuando hace pocos días refirió que los peronistas sólo votan peronistas, y nada más oportuno que el día de la lealtad justicialista para anunciar la fórmula del PJ de 2019: Manzur-Jaldo.
No asistirá, precisamente, el destinatario del mensaje: el senador Alperovich, quien estaría dispuesto a pelear por la gobernación por fuera del partido que lo llevó al poder en 2003. El adversario quedará expuesto, tanto como rota la sociedad de tres, que por cierto ya venía agrietada. Las fotografías serán potentes en ese sentido, marcarán a los que jugarán por el peronismo y a los que van a jugar en su contra.
Combo crítico
Precisamente, en imágenes, Alperovich expuso hace pocos días que apuesta al acompañamiento de un sector del peronismo en su cruzada por el retorno: mostró la promocionada foto al lado de Cristina; que es lo mismo que justificar su ausencia de la celebración partidaria en el Hipódromo, como la de los seguidores de la ex presidenta. Se convirtió en cristinista de facto. ¿Implica que abandonará el bloque Justicialista que conduce Pichetto en el Senado y que se pasará al que integra la senadora (FpV) y que preside Marcelo Fuentes? Debería ser la consecuencia del combo que se arma con su ausencia al acto del 17, con la fotografía sonriendo con la ex jefa de Estado y con la intención de disputar la gobernación a su sucesor.
Se aproxima la hora de las definiciones públicas respecto de qué se quiere hacer y con quiénes. Situación que colateralmente pone en un brete a los cristinistas tucumanos de Unidad Ciudadana, ya que muchos defienden a la senadora, pero también acompañan la gestión de Manzur, quien renegó de la ex presidente diciendo que su tiempo “ya fue”. Los pone en el dilema de ir o no ir al acto del Hipódromo. Ser o no ser, y qué ser. ¿No ir los aleja de Manzur y los acerca a Alperovich? Para ellos también es un tiempo crítico: el de las definiciones. Lo que resuelvan de cara al 17 marcará el rumbo de los referentes de Unidad Ciudadana en la provincia. Entre los que pretenden asistir al festejo organizado por Manzur se anota la ex senadora Olijela Rivas, a quien muchos de sus ex colaboradores la recuerdan diciéndoles que nunca tienen que irse del PJ. Ni siquiera perdiendo una interna. Ella aconsejaba que jamás se debe abandonar el barco del peronismo. Hoy hay muchos barquitos con peronistas buscando un mismo puerto.