Como quien entra por el patio de su casa, que efectivamente lo es, Andrés D’Alessandro sorprende al plantel de Atlético a tal punto que la pelota deja de rodar por unos instantes en una de las canchas auxiliares del complejo deportivo de Inter, hogar del “Cabezón” y archienemigo de Gremio, rival del “Decano”, esta noche.
Nadie esperaba la visita de este ilustre volante argentino que en Brasil ha sabido dejar su marca, alzando innumerables títulos locales y también las copas Libertadores y Sudamericana. Aquí, el ex River, San Lorenzo y otros equipos de Europa, es un monumento viviente que continúa dándoles alegrías a los torcedores de uno de los equipos más convocantes de Brasil. D’Alessandro es para Inter lo que Cristian Lucchetti y Luis Rodríguez son hoy para el “Decano”.
Y, precisamente, fue con los que más migas echó en esta visita informal que lo tuvo como el gran protagonista de la mañana albiceleste. No bien abrió el portón de chapa que esconde una cancha de primer nivel, D’Alessandro saludó a Ricardo Zielinski y después se mandó un grito de “Pulgaaaaaaaaaa” como si al cantante del gol de Simoca lo conociera de toda la vida. Incluso, Rodríguez quedó medio en off side, sorprendido acaso que D’Alessandro sepa quién es el “Pulga” de Atlético.
“Es nuestra marca registrada. Gracias a él, en parte, somos lo que es Atlético hoy”, decía uno de los directivos que estuvo en la práctica final de Atlético antes de la batalla con el campeón defensor de la Copa.
Lógico que Rodríguez, pasado el buen trago de haber sido reconocido por D’Alessandro, se acercó a charlar unos minutos con quien lo había saludado con todo el afecto del universo. Lo que hablaron quedó entre ellos. La prensa pudo espiar el momento pero casi desde tercera dimensión: sobre una acera de la avenida Edvaldo Pereira Paiva, esta calle con pinta de autopista que separa el espigado predio deportivo de Inter de su gigantesco y maravilloso estadio, el Beira-Rio.
El desnivel de la serpiente de cemento fue clave a la hora de poder apreciar el ingreso del “Cabezón” y su permanencia durante varios minutos juntos a la concentración de Atlético.
No faltó quien dijo que el hombre fue a aconsejar a los “Decanos”, a entregarles su fórmula ganadora antiGremio. Lo cierto es que D’Alessandro después también charló con Juan Mercier y con Lucchetti, viejo rival en los escenarios del fútbol argentino y torneos internacionales.
En otra cancha, una más embutida hacia la vera del río Guaíba, el plantel de Inter realizaba trabajos regenerativos tras haber vencido el domingo a Vitoria, 2-1, con un gol sobre de la hora -de penal- justamente de D’Alessandro. Siendo argentino, además de ser uno de los embajadores naturales de Inter, D’Alessandro hizo lo que todo crack hace: saludar a sus invitados, ver cómo estaban. Protocolo al 100%.
Con Zielinski también estuvo un rato. Se sentó junto al técnico y compartió conceptos. Fue quizás con el “Ruso” con quien D’Alessandro repasó cuestiones más deportivo que humanas, aunque solo sea una expresión de deseo que real. D’Alessandro fue a saludar, nada más.
Que “Dale 10” haya aparecido en la práctica se tomó como una grata alegría y como una inyección de ánimo sabiendo lo complicada -pero no imposible- que está la serie de cuartos de final con Gremio, el que por estos días mira desde arriba al Inter de Andrés, en el Brasileirao, y que, quién dice, puede tocarle quedar a la vera de la eliminación si los de 25 de Mayo y Chile hacen de la suyas como en la altitud de La Paz, en aquella noche soñada del 19 de abril cuando le ganaron 2-1 a The Strongest y se dieron una vida más en su idea de clasificarse a los octavos de final de la Copa.