Detrás de un triunfo suelen esconderse muchas razones: el triunfo táctico y estratégico de Marcelo Gallardo sobre Guillermo Barros Schelotto, la pulseada dialéctica del carácter que le dio la razón a Lucas Pratto por sobre Carlos Tevez, el consagratorio debut en La Bombonera del Ezequiel Palacios, y la generación de juego, que el fútbol casi siempre termina imponiéndose: lo tuvo River en grandes dosis en el primer tiempo, le faltó a Boca durante casi todo el partido.
El “Millonario” dejó al “Xeneize” lleno de dudas. Y no solo por el 2-0 firmado con dos golazos de Gonzalo Martínez e Ignacio Scocco, sino las formas. River apabulló a Boca en los primeros 20 minutos, con “Pity” como genio y figura. Su volea –un remake del que marcó en el 3-1 del año pasado en el mismo escenario- se metió en el segundo palo Agustín Rossi y tuvo como prolegómeno la arremetida de Palacios y su pie que se transformó en asistencia.
La visita ganó el partido en el medio. Con el “Tucu” encimando -y desdibujando- a Wilmar Barrios y la presión bien alta. Verlo a Agustín Almendra en cancha, a Pablo Pérez en el banco, y a Fernando Gago fuera de convocatoria, costaba entenderlo. También a Mauro Zárate afuera.
El destino le dio una primera mano a Boca con la pronta lesión de Martínez, pero no la supo aprovechar. Y una segunda, cuando MauroVigliano se hizo el distraído y no expulsó a Edwin Cardona por su codazo sobre Enzo Pérez. El “Xeneize” tuvo un par de chances en ese lapso, pero solo gracias al respiro que le da la velocidad de Cristian Pavón cuando no encuentra el juego.
River pudo irse con un resultado más abultado al vestuario, pero a veces padece por su falta de “punch” en los metros finales, con dos delanteros que visitan poco el área.
Era previsible: Boca reaccionó a la vuelta del entretiempo y River la pasó mal. Durante 15 minutos pareció que el empate estaba al caer. De los tres penales reclamados por los hinchas “xeneizes”, por lo menos uno era para pitarlo. Eso sí, Boca no acertó. En contraposición, otra vez Gallardo sí lo hizo desde el banco.
Con el entrada de Bruno Zuculini por el extenuado Pérez, y enseguida la de Scocco por Pratto, el “Muñeco” refundó las bases de la victoria, que se encaminó definitivamente con el zapatazo de Nacho. Ahí Boca se pinchó definitivamente y River volvió a pisar en firme: cerró el partido cómodo y dejó en claro que la vida le sonríe.