Ayer, un día después de que se cayó el puente que une la ciudad capital con Manantial Sur, un grupo de operarios instaló un cartel que dice “Prohibido tránsito pesado por puente”. Eran las 11.30 y, en menos de 20 minutos, terminaron de colocarlo sobre dos soportes que tienen el sello de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV).
Tanto el puente caído como el otro cruce que está al lado fueron cerrados al paso vehicular con montículos de tierra. La idea es que no tome por sorpresa a ningún conductor distraído. En tanto que, en el segundo puente, aún en pie, no quieren que se repita el derrumbe como en el primero.
Los vecinos estaban indignados ayer con la empresa constructora. La mayoría coincidió en cuestionar la obra. “Aquí no hay vandalismo; ese puente está mal hecho”, aseguró Julio Ricardo Marteas. El vecino tiene su casa frente al puente caído. Vive allí desde hace tres décadas. “Esto era todo monte y una laguna -recordó-; el puente lo hicieron hace poco y lo han hecho mal”, agregó.
Debajo del puente hay bolsas de residuos; el hedor es penetrante, mientras circulan los motociclistas que se animan a cruzar por encima de los montículos de tierra para evitar una extensa vuelta hasta la avenida Alem. Algunos caballos permanecen atados a un costado del camino. Del otro lado del cruce un hilo de humo negro se eleva en altura, es basura que se quema bajo el rayo del sol del mediodía.
Beatriz Posadas, una vecina que vive en la misma esquina donde se produjo la caída, no ocultaba su bronca por haber visto a los operarios instalar el cartel. “Ahora vienen a poner eso -indicó, mientras señalaba el chapón reluciente con el mensaje de prohibición-; mire si esto pasaba a la hora en que los chicos vuelven de la escuela esto era una tragedia”, remarcó.
El puente unía los barrios San Fernando, Néstor Kirchner y San Cristóbal. En esa zona hay dos escuelas a la que asisten los chicos de esos barrios. Se trata de la escuela secundaria Barrio Sutiaga y la escuela Manantial.
Además del derrumbe del puente, los pobladores de la zona se quejan por la inseguridad. “De noche esto es una oscuridad total, y la policía da algunas vueltas hasta las nueve, pero después no vuelven más”, aseguró la vecina Estela Lazarte.
En espera
Cristian Palacios tiene un puesto de gomería sobre la avenida Colón, ubicada a unos 50 metros antes del puente. “Hace cuatro años que estoy aquí y le puedo decir que ese puente lo han hecho muy mal -señaló-; encima, cuando lo terminaron, estuvo como un año esperando la habilitación”, insistió.
Algunos automovilistas que pasan por el lugar frenan sus vehículos, se bajan y hacen fotos con sus celulares. Lo que quedó del camión ya fue retirado, pero la loza de hormigón todavía se mantiene al fondo de la base del canal. Los focos del alumbrado público fueron saqueados a lo largo de la avenida de Circunvalación.
Doña Beatriz cargó las críticas contra la empresa. “Los albañiles que traían eran todos unos borrachos, que cambiaban las bolsas de cemento por vino en los negocios del barrio”, aseguró.