Cómo puede administrarse la incertidumbre en tiempos de crisis

Cómo puede administrarse la incertidumbre en tiempos de crisis

Una manera de refugiarse de la volatilidad cambiaria es apostar al mercado de futuros para no perder poder adquisitivo, sugiere una economista.

HACIENDO CÁLCULOS. Los argentinos siguen apostando al dólar como refugio de ahorros ante la crisis. HACIENDO CÁLCULOS. Los argentinos siguen apostando al dólar como refugio de ahorros ante la crisis.
09 Septiembre 2018

REGINA MARTÍNEZ RIEKES - Economista de Occilis Soluciones Financieras

La pregunta más frecuente del inconsciente colectivo argentino hoy tiene que ver con el devenir de la economía en los próximos meses. Para saber hacia dónde vamos resulta fundamental entender desde donde partimos: solo conociendo el origen, podremos analizar posibles desenlaces y posicionarnos de forma más adecuada ante ellos.

La economía argentina, a diferencia de la gran mayoría de países del mundo, es bimonetaria. Ello significa que los argentinos perciben ingresos en pesos, pero ahorran en dólares. Esto último resulta lógico si se considera que el dinero actúa como reserva de valor, función que no cumple la moneda local al haber perdido 13 ceros en 200 años de historia. Dentro de este contexto de economía bimonetaria, la Argentina tiene una oferta genuina de divisas muy acotada al contar con un sector exportador tan pequeño (10% del PBI).

Con los cambios introducidos en los últimos años, la oferta de divisas provino básicamente de dos frentes: dólares provenientes del endeudamiento público-privado e ingreso de capitales extranjeros en busca del “carry-trade”. En ambos casos, estos dólares obtenidos en el exterior se liquidaban en el pequeño mercado local (MULC- mercado único y libre de cambios) generando una oferta masiva de divisas que retrasó el precio del dólar respecto de los demás precios de la economía. En el caso de los tomadores de deuda en dólares, estado y empresa ofertaban las divisas obtenidas en el exterior a fines de hacerse de los pesos necesarios para poder asumir los compromisos localmente.

Tratándose de inversores internacionales, ellos buscaban vender sus dólares para obtener las altas tasas en pesos, que con un tipo de cambio relativamente estable, se traducían en exorbitantes ganancias en dólares. El mundo sonreía a la Argentina nuevamente hasta ese entonces. Pero vinieron la conferencia del 28 de Diciembre, donde se sembraron dudas sobre la independencia del Banco Central, y el inoportuno impuesto a la renta financiera. El aprendizaje de aquí fue claro: si se buscan los beneficios de una economía abierta y el financiamiento a largo plazo resulta fundamental aprender a jugar las reglas del juego que impone el mercado: “my place, my rules” (mi espacio, mis reglas). Caso contrario, habrá que aprender a vivir tan solo con lo propio. A estos gravísimos errores internos, se sumó un cambio en la coyuntura internacional: la suba de tasas en EEUU y las guerras comerciales iniciadas, primero con China y luego con Turquía, tornaron al mundo mucho más hostil hacia economías emergentes.

OFERTAS. El comercio trata de subsistir frente a la tormenta cambiaria. OFERTAS. El comercio trata de subsistir frente a la tormenta cambiaria.

Este cocktail explosivo llevó a que en un fatídico miércoles 25 de abril, antes de la entrada en vigencia al impuesto a la renta financiera para extranjeros , uno de los fondos de inversión que había apostado al “carry trade”, decidiera cerrar su posición en pesos, retirar sus dólares y salir de nuestro país. Esto es consecuencia de morder la mano a quien da comer y mostrarle nuevamente que Argentina es un país sin reglas claras y por ende imprevisible, algo que detesta cualquier inversor. Debido al pequeño grado de desarrollo del mercado de capitales doméstico, esta reversión de flujos de entrada internacionales no pudo ser compensada por flujos domésticos, dando inicio a lo que se conoce como la actual “corrida cambiaria”, es decir, una caída de la demanda de pesos a fines de refugiarse en moneda dura. Resulta de vital importancia hacer una primera distinción: Argentina enfrenta una corrida cambiaria y no bancaria. Si bien suenan parecidas, no lo son. A diferencia de crisis previas, en la actualidad el sistema financiero está solvente, muestra una baja dolarización (préstamos y depósitos) y no presenta descalce de monedas (ingresos en pesos, deudas en dólares). Incluso la accesibilidad de la tecnología ha cambiado la configuración de la actual “corrida”. No se ven colas en bancos, sino los dólares se adquieren a través de los canales digitales, quedando los mismos depositados dentro de la institución bancaria e incrementando los dólares dentro del sistema financiero bancario (+6% en lo que va del año). Muchos se preguntarán entonces, por qué si el sistema bancario está solvente no siempre hay billetes en los bancos. Ello es consecuencia de la existencia de distintos tipos de “dólares” que nada tienen que ver con un desdoblamiento cambiario, lo cual hace referencia a distintos precios para el dólar. Las inversiones en dólares pueden ser a través de lo que se conoce como dólar cable o divisas (dólares invertidos en el exterior, por ejemplo en un bono del tesoro de los EEUU o en bonos argentinos listados en Nueva York), dólares MEP (medio electrónico de pagos, dólares invertidos localmente para hacer transferencias bancarias y comprar bonos) o dólares físicos o billetes. Quienes por lo tanto compran a través de su home banking dólares y los poseen a la vista, tienen dólares MEP que pueden transferir entre cuentas, lo cual no implica que puedan convertirlo instantáneamente en dólar billete. Ello es consecuencia que, para toda sucursal bancaria, resulta muy costoso el traslado, atesoramiento y custodia de los billetes físicos, contando incluso con límites para el atesoramiento debido a los seguros contra robo que deben afrontar. En virtud de este cúmulo de razones, resulta lógico que ante la fuerte demanda de dólar billete observada en los últimos días, los bancos hayan tenido incluso que importarlos.

“Valor de equilibrio”

Más allá del tipo de dólar, cable, MEP o físico, la sociedad quiere saber cómo será el comportamiento del precio de la divisa. Distintas estimaciones sostienen que actualmente el dólar ha encontrado su “valor de equilibrio”, medido éste ya sea por el cociente entre pasivos monetarios emitidos por el BCRA y reservas; o bien por lo que se conoce como “tipo de cambio real” (tipo de cambio nominal ajustado por diferencial de inflación). Estas estimaciones son provistas por la misma teoría clásica que sostiene que la curva de demanda de un bien guarda una relación negativa con su precio, algo que no ocurre en Argentina donde la suba del precio del dólar incentiva una mayor demanda del mismo. Ello podría explicarse porque el comportamiento de los seres humanos dista de ser representado por el clásico homo economicus. El ser humano tiene preferencias que no necesariamente son consistentes y en situaciones de amenaza como la actual, es el cerebro reptiliano, el más instititvo y animal el que toma las decisiones guiado por el miedo, buscando seguridad, protección y resguardo. Desgraciadamente, en un entorno tan volátil como el descripto, resulta imposible la titánica tarea de pronosticar variables económicas. Ante esta falta de certidumbre respecto del precio ancla de los demás precios de esta economía, resulta conveniente analizar las herramientas de cobertura existentes, siendo la más tradicional la compra de dólares para atesoramiento. Sin embargo, si bien se puede ahorrar en dólares, se vive en pesos, viéndose el comprador de dólares perjudicado por el spread de compra venta: quien atesora dólares compra al precio más caro (oferta de venta $37,50) y vende al precio más barato (oferta de compra $36,30).

Una buena alternativa para cubrirse de la potencial pérdida del poder adquisitivo del peso moneda, es operar a través del Mercado de Futuros. Los Futuros son contratos por los cuales se adquiere el compromiso de vender o comprar un bien determinado (commodity o moneda), estandarizado en cantidad y calidad, en un lugar y tiempo futuro. En estos contratos las partes no quedan vinculadas entre si pudiendo deshacer su obligación mediante una operación inversa. Estas operaciones están garantizadas por un mercado que actúa como contraparte central, asegurando el cumplimiento de las mismas.

Dos objetivos

La compra de estos contratos puede tener dos objetivos: de cobertura (importadores y deudores en dólares) o simplemente especulativo (apuestan a la suba del dólar). Las ventajas de operar estos contratos son numerosas. Quien compra un contrato de futuro no necesita inmovilizar el 100% del capital, sino aproximadamente entre un 10%-15% del monto total del contrato, el cual a su vez puede invertirlo en algún instrumento del mercado de capitales, como bonos, acciones, fci, etc. (dependiendo del tipo de activo en cuestión se determina el % del aforo).

Estos contratos tienen una denominación mínima de U$S 1.000, vencen el último día hábil del mes, y operan por diferencias que se integran en pesos diariamente. En términos prácticos: la empresa XXX busca cubrirse a diciembre de 2018 por U$S 1 millón, con lo cual compra hoy 1.000 contratos a un precio de $ 42. Si mañana ese mismo contrato, que tiene oferta pública, vale $ 43, el mercado abona a la empresa $ 1 por cada dólar, es decir la empresa XXX es compensada con la diferencia de pesos necesarios para hacerse de los dólares que está cubriendo, recibiendo $ 1 millón. Si mañana ese mismo contrato vale $41, ocurre lo contrario y la empresa es quien deberá compensar al mercado por $ 1 millón.

Los contratos de futuros son una de las tantas herramientas que hoy pueden disponerse dentro del mercado de capitales. Resulta fundamental informarse y asesorarse sobre el abanico de herramientas existentes para poder mitigar el impacto de la actual incertidumbre en sus bolsillos.

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