En los gestos, en las miradas cómplices, en aquellos aplausos de apoyo cuando algo no sale bien o cuando la jugada no llega a terminarse. Todos esos pequeños detalles hacen el combo de Atlético y está la clave por qué a este equipo le va bien en la Copa Libertadores, en la Superliga, en la Copa Argentina y en cuanta competencia se presente.
Atlético ha sabido consolidarse como familia y fue reciclándose con acierto en cada mercado de pases del fútbol argentino, ya sea invierno o verano. Los nombres pueden variar, pero el sentido de pertenencia es el mismo. “Este es un grupo hermoso compuesto por gente humilde que siempre tira para adelante. Además, sabe lo que se está jugando. Yo que llegué hace poco me siento muy a gusto”, Mathías Abero entrega en palabras lo que para él significa la clave del éxito del “Decano” dentro de la cancha: “con calidad humana se puede llegar muy lejos”, asegura el uruguayo.
Otro coterráneo suyo, Andrés Lamas, uno de los que se paseó con el peluche de Bob Esponja, la nueva mascota que pasó a la posteridad el día de la clasificación a cuartos de final de la Libertadores en Medellín, agrega: “me hablás de grupo y yo te digo que para mí es fundamental la comunicación. Aquí podemos hablar con nuestros compañeros tanto dentro de la cancha como en el vestuario. Y a veces eso puede ser difícil. Estuve en equipos que tenía una gran comunión en el vestuario, pero no funcionaba tan bien en la cancha”.
Entonces, el central toma una posición. “Lo ideal es que haya un gran vestuario. Eso ayuda a conocer al otro; conocer sus sueños; saber de dónde viene. Así, al final das más de por el compañero que si no lo conocieras. Tuve un técnico que decía: ‘no quiero amigos, pero sí quiero socios’. Nosotros defendemos la plata de nuestras familias, el prestigio, entonces tenemos que ser excelente socios”, sostiene Lamas, que va por su primer año de contrato en el “Decano”, y da la impresión de que está cómodo y contento por el lugar que tiene en el plantel.
Los recién llegados concuerdan y agradecen lo bien que son recibidos. Eso sí, hay un bautismo del que nadie zafa. “Eso es ley. Pasan por un pasillo; reciben unos cuantos sopapos; pagan el asado y listo”, cuenta Lamas entre risas y con conocimiento de causa. “Eso nos pasa a todos, je”, afirma con una sonrisa.