Hay que tener presente que la situación actual no es la misma que a fines de 2001. En ese momento, el sistema financiero era equivalente a 40 puntos del PBI, mientras que ahora es del 15% y exclusivamente transaccional. No hay tanta gente que tenga todos sus ahorros en el sistema financiero. Además, los bancos tienen el 50% de los depósitos líquidos. Si se presenta un problema de liquidez, el Banco Central puede proveer fondos. En ese aspecto, puede decirse que está en condiciones de afrontar una corrida.
La situación macroeconómica no es tan terrible como parece. No se condice con la crisis financiera que está enfrentando la Argentina en estos momentos.
¿Qué debería hacer el Gobierno y el Banco Central? Explicar claramente el programa financiero de este año y también el del que viene. Hay que explicitar la necesidad de financiamiento; decir quiénes son los acreedores y cómo piensan hacer frente al programa.
Ese plan podría incluir que el FMI anticipe desembolsos, como los que anunció el presidente Mauricio Macri, aunque el acuerdo aún no está cerrado.
El Banco Central tiene que salir a defender algún nivel de tipo de cambio. Así, el que tiene dólares vea que el tipo de cambio no se sigue depreciando y, con una tasa en pesos tan alta, empieza a ser más atractiva la demanda de activos en pesos.
Si uno se anima a pensar la Argentina de dentro de cuatro meses, tal vez vislumbre un país con menos déficit fiscal y menos expuesto al contexto externo. Puede ser que haya un tipo de cambio más competitivo y una cosecha agropecuaria equivalente a más de dos puntos del PBI. También se reducirá el déficit energético. Las perspectivas de los fundamentos de la economía no lucen tan complicadas, pero antes el Gobierno tendrá que hacer los deberes de manera prolija y comunicarlos de una manera clara.