Cada octubre, el enorme monumento a la madre recibe apenas una flor. Quizás es porque sólo una persona valora esa escultura que se encuentra en el parque 9 de Julio. La obra es de color terracota y la figura lleva un bebé en su brazo izquierdo; con la mano derecha acaricia a un niño parado a su lado. Tiene una pequeña placa que detalla cuándo fue erigida, además de la palabra “Madre” incrustada en el pedestal de piedras.
¿La conocés? ¿La viste por lo menos una vez? Al igual que esta estatua desconocida para innumerables tucumanos, hay muchas otras. También existen rincones ocultos que hacen referencia a la mitología griega o a países europeos. Y más de veinte fuentes que ya no funcionan y que están desparramadas por el enorme espacio verde.
Rafael Vece es un tucumano que se asume como un enamorado del parque y que por eso conoce cada recoveco. Y cuando da charlas, cuenta que siempre le pregunta a la audiencia si conoce el parque 9 de Julio. Y -claro- le responden que sí. Luego se explaya y opina que el parque es exquisito, que es uno de los espacios verdes artificiales más grandes del mundo y nos invita a recorrerlo.
“Cuando le encargan el parque por el centenario de la Independencia a Carlos Thays, él se planteó cómo se podía salir del esquema de la ciudad. Le resultó fácil, ya que San Miguel de Tucumán es cuadriculada. Entonces, el parque sólo tiene una calle recta (la de las palmeras). Para los que no son habitués, es complicado ubicarse. Desde ahí diseñó todo: las caminerías, qué cosas iban a ir en cada lugar, las estatuas”, describe este médico que ya no ejerce como tal.
Luego, recuerda una serie de bancos de estilo francés ubicados debajo de una pérgola, que culminaban en una plaza española con coloridas mayólicas. Hoy ya no están: no sabe si los sacaron o se los robaron. La preocupación le surge luego del escándalo que generó el robo de la escultura “Meditación”, que todavía no ha sido resuelto.
“Esos bancos son réplicas de hierro de unos franceses que los hicieron igual. Pero tienen grabado a su alrededor en sobre relieve ‘Parque 9 de Julio’. Hace 8 meses me hicieron una entrevista allí y estaban. Hay registro. A lo mejor los sacaron para repararlos, pero no hay mucho por arreglar. Quizás las maderas que fueron cambiadas en reiteradas oportunidades... Tienen más de 50 años”, detalla. Agrega que se unían a otros bancos ingleses, de hierro y pintados de blanco, que todavía están instalados cerca de la ex pista de karting que fue desarmada hace poco tiempo.
Consultado por este tema, Carlos Armedo, secretario de Servicios Públicos Municipales, confirmó que fueron ellos los que retiraron los bancos de estilo francés. “Los sacamos para repararlos. Los quisieron robar”, añadió el funcionario. Según su opinión, nada más en el parque corre riesgo de ser robado. No es lo que opina Vece. “Muchos objetos sueltos y esculturas están en peligro. Mejor no difundir cuáles son”, sentencia.
Plantas y una enorme cruz
Si se mira para arriba, en el parque, también se descubren características ignoradas por muchos. En lo alto de las enormes tipas hay unas plantas que crecen pegadas a los troncos. Son bromelias. Llegan hasta ahí gracias a ciertos pájaros que comen las semillas, que son tan duras y difíciles de digerir, que quedan pegadas a las plumas. Para sacárselas, las aves se frotan la corteza y las semillas quedan ahí; luego se convierten en plantas de hojas largas, y flor enorme y colorida; algunas llegan a medir más de un metro y medio.
Conocer los rincones del parque no es algo que pueda lograrse de un día para el otro, porque hay tantas estatuas o espacios temáticos que desde hace tiempo se lo está considerando como candidato a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Es que cualquiera de esas estatuas tiene un valor económico inmenso.
Por ejemplo, “Laconte y sus hijos”: fue hecha a escala uno a uno de la original que está en el museo del Vaticano; la de Tucumán es de hierro. Se cuenta que Miguel Ángel usaba la original para estudiar las formas y luego hacer las suyas.
“El oráculo de Narciso” es otro lugar que está oculto y que pasa inadvertido para muchas personas. Pero si alguien experimenta lo que sucede allí, seguro querrá volver para que los sentidos jueguen. Se trata de un pequeño anfiteatro que está hecho con piedras que trajeron de Grecia.
Tiene placas de mármol Travertino con una particularidad: son piedras producidas después de una erupción volcánica. Por el modo en el que fue dispuesto este material en ese espacio, cuando se habla en voz alta se escucha una especie de eco. Si uno tiene una persona al lado que esté hablando fuerte, tampoco se la escuchará de la misma forma. Reverberan los sonidos. A pesar de sus sorprendentes características, ya hay placas de mármol que han desaparecido, y la basura se acumula en ese espacio ubicado detrás de las tribunas del Tucumán Lawn Tennis Club. Cerca suyo hay un pedestal sin estatua ¿Se la habrán robado?
“Seguro han pasado mil veces a su lado. Pero no todos saben que hay una enorme cruz de mampostería, de unos seis metros de alto, pegada a la Casa del Obispo Colombres. Otra cosa que se perdió y que era una maravilla era un calendario con plantas: permitía cambiar el día, el mes y el año. Se lo hacía todos los días con suculentas. Turistas y cualquier visitante se sacaban fotos allí”, recuerda Vece.
Nadie nos incentiva a pararnos y mirar. Quizás depende de la curiosidad propia. Pero una visita guiada, o cualquier proyecto que motive a recorrerlo nos ayudaría a empezar a conocer profundamente el corazón verde de la ciudad, al que ni estas líneas le hacen el honor que merece.