Fue un partido raro, donde Francia sacó a relucir sus mejores individualidades ante un equipo argentino que, pocas veces, pudo mostrar el juego que todos pretendemos.
Fue un final anunciado porque Argentina, salvó esos 45 minutos que jugó contra Nigeria, nunca evidenció el juego colectivo que nos hiciera abrigar esperanzas de seguir avanzando en el certamen.
El esquema táctico Sampaoli dispuso en esta ocasión no tuvo los resultados esperados. Los extremos (Di María y Pavón) no encontraron una referencia en el área. Messi nunca fue un “falso 9” porque tuvo que retrasarse demasiado para escapar a la marca de Kanté.
Lo aconsejable hubiera sido ubicar a Higuaín en la posición de delantero de área y de ese modo liberarlo un poco a Messi para que se mueva libre por todo el frente de ataque.
Fue un partido hasta el 2-2 y otro, a partir de ese momento. Hasta los 57 minutos no estábamos tan mal. A partir de ese tanto de Pavard (golazo) fue un monologo de Francia porque Mbappé sacó a relucir toda su jerarquía para sellar una victoria justa.
A la hora del balance es evidente que no se jugó bien y todo quedó reducido a lo que Messi pudiera inventar en el campo de juego. Este presente no es una casualidad. Podemos decir que es la consecuencia de todos los errores cometidos en los últimos tiempos.
No quiero dejar pasar por alto algo que pocos reconocen. Ahora, la mayoría saldrá a “matar” a este grupo porque quedamos afuera del Mundial, pero tenemos que reconocer que estos muchachos jugaron varias finales, algo que no es fácil conseguir. Sólo les faltó conseguir un título. A los argentinos nos cuesta reconocer esto.