La ruta, el viaje a paso de hombre. Son 800 kilómetros, nada, muchísimos. La M7 está como la ruta 2 del cinturón de la costa argentina, colapsada. ¿Por quién? No, por quiénes, por nosotros los argentinos. Todos a Kazán, todos a alentar a la Selección.
El viaje arranca en Moscú, pero se bifurca según lo que se haya conseguido: tren directo, quizás avión o tren gratuito (si reservaste haciendo futurología con tu entrada en mano), haciendo paradas en otros puntos conocidos.
Putin les regaló entradas a los hinchas argentinos que se perdieron en Rusia
Nizhni Nóvgorod es un mal recuerdo para nosotros, pero hoy deseamos volver a verla sonrientes para los cuartos de final, contra Uruguay o Portugal. A Nizhni volvieron de paso los de la celeste y blanca. Ayer y hoy se convirtió en un hub de salida, en nuestro volante central que distribuyó a los hinchas hacia Kazán. En la ciudad de los Ríos Volga y Oká, antes llamada Gorki y donde nos hundimos con Croacia, no hubo caras largas, sí alegres y sonantes.
“Volveremos”, decían los que llegaron en tren y e hicieron trasbordo al ómnibus de larga distancia o al taxi ya reservado. Hasta el próximo viernes 6 de julio, prometieron aquellos que continuaron por la carretera cubriendo apenas ya 300 y picos de kilómetros.
El viaje sigue, nadie se detiene. La ruta 2 de la costa argentina acá es la M7, y la M7 nos da una mano, amplía sus carriles. Todos contentos. El viaje x tierra es un flash celeste y blanco. Bien argentino.