Durante el primer trimestre del año, la tasa de desempleo promedio en el país se ubicó en el 9,1% de la población económicamente activa, levemente por debajo de igual período de 2017 (9,2%), de acuerdo con los datos del Indec. Sin embargo, la proporción de gente que trabaja o busca trabajo subió desde 45,5% a 46,7% de la población urbana y la ocupación lo hizo desde 41,3% a 42,4% en el mismo período. Es decir, hubo aumento de la ocupación que no se tradujo en disminución del desempleo porque más gente se incorporó a la fuerza laboral, señaló el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).
Otro aspecto relevante que no se detecta a simple vista, dice en su informe semanal, es el de los cambios en la composición del empleo. “Particularmente relevante es distinguir la evolución del empleo asalariado registrado, del no registrado y de los cuentapropistas ya que, en general, están asociados a niveles muy diferentes en la calidad de la ocupación”, apunta.
El informe publicado por el Indec permite analizar las tendencias de los cambios en la morfología de la ocupación. Según esta fuente, en el cambio interanual del empleo, se observa que:
• Hasta el tercer trimestre de 2017 el empleo total venía creciendo a razón de 137.000 nuevos ocupados de los cuales el 84% eran cuentapropistas.
• En el cuarto trimestre de 2017 el empleo total pasó a crecer en 433.000 nuevos ocupados de los cuales la mitad fueron asalariados y la otra mitad cuentapropistas.
• En el primer trimestre del 2018 el empleo total siguió creciendo a razón de 421.000 nuevos ocupados de los cuales la totalidad fueron asalariados.
Estos datos, si bien aproximados y lejos de ser precisos, sugieren que en los primeros tres meses del año hubo una mejora cuantitativa y cualitativa en el empleo, advierte Idesa. Hasta mediados del año pasado la ocupación subía moderadamente con preponderancia del cuentapropismo. A fines de 2017 el aumento de la ocupación fue más alto y con menos dependencia del cuentapropismo. Esta mejora parece acentuarse en los primeros meses de 2018 cuando la ocupación creció de la mano del empleo asalariado. “Si bien no todo este aumento es empleo registrado, ya que la mitad corresponde a aumento de empleo asalariado no registrado, son indicios -al dejar de depender del cuentapropismo- de un incipiente proceso de recuperación de la capacidad de las empresas de generar empleo”, señala en el informe semanal.
Lamentablemente, aclara, es previsible que estas tendencias se reviertan en el segundo trimestre. Las turbulencias en el mercado cambiario y financiero tienen una incidencia inmediata y muy negativa sobre el mercado de trabajo. Según Idesa, el salto exorbitante en las tasas de interés genera parálisis en muchas empresas, sobre todo en las más pequeñas, poniendo en riesgo la capacidad de creación de empleos. Esto se potencia con la incertidumbre que genera la inestabilidad en la toma de decisiones para la ejecución de proyectos de inversión.
“Se hace más explícita la doble inconsistencia del gradualismo fiscal con endeudamiento externo para evitar los costos sociales del ajuste”, apunta. Por un lado, porque no resuelve el desequilibrio financiero. En los cinco primeros meses del año, hubo una sensible reducción del déficit primario que pasó de $ 87.000 millones a $ 49.000 millones. Pero esto fue compensado por un aumento equivalente de los pagos de intereses que subieron desde $ 76.000 millones a $113.000 millones en el mismo período. Por el otro, porque no minimiza los costos sociales. La reversión de la incipiente mejora laboral es otra evidencia de que mantener desajustes fiscales es socialmente muy costoso.
El equilibrio fiscal es la condición necesaria para tener niveles de tasas de interés y tipo de cambio que favorezcan la inversión y la creación de empleos de calidad, finaliza.