Lionel Messi es el fútbol, el “Jefe”, el dueño de la pelota, el distinto, un dios caído al cielo de los terrenales para cambiar lo que hasta hace años atrás parecía imposible. “Lío” es el mago que no necesita varita mágica porque él es la magia misma. El Mundial de Rusia aún lo espera. Se lo extraña. Los hinchas argentinos también. El crack está apagado, en otra dimensión, desconocida para quienes no pueden creer que su mejor futbolista de la historia no esté haciendo la Copa del Mundo que soñaron de él.
Ha pasado de todo desde que comenzó el torneo, y todo va para abajo en la Selección, menos el aguante hacia su capitán. Argentina está al borde del abismo, aunque con una vida más. Le queda una bala. Debe vencer a Nigeria para abrirse en el campo de la esperanza de clasificarse a los octavos de final. En dos fechas, Argentina no ha demostrado nada, y Messi brilla por su ausencia. ¿Qué le pasa? Nadie lo sabe, es una incógnita que los hinchas esperan descubrir y esclarecer con sus mensajes de aliento. “Es el único que nos representa. Ojalá que se recupere”, este mensaje se propaga por toda Rusia como si se tratara de una pandemia. Vamos Messi, vamos Argentina.
Las calles de Moscú continúan alteradas por la fiebre del Mundial. Las calles de Moscú se visten de celeste y blanco y con el “10” en su espalda. El de Messi, el ídolo que la afición no piensa dejar de alentar. Pase lo que pase.
Hoy Leo cumple 31 años y lo festejará en la concentración de Bronnitsy. Se lo festejarán sus compañeros del plantel, pero lo festejará el pueblo ruso que ha preparado un megaevento con recitales de bandas locales, un torneo gigante de fútbol y una torta gigante. A las 19 (hora local) le cantarán el feliz cumpleaños con un pastel especial en honor al delantero del Barcelona. Todo para él, para el mejor del mundo.
“Tiene la esencia de los distintos, de los elegidos. Se va a reponer”, asegura Germán Gómez. “Messi tiene humildad, mucha humildad. Si salimos campeones, me lo tatúo”, aporta Ezequiel Vargasi, amigo de Germán. Los chicos llegaron desde Mendoza. Vinieron primero por Messi y después por la Selección. Quieren verlo campeón, cumplir su anhelo y el de los argentinos, de volver a gritar campeón.
Messi no está solo en esta lucha. Matías, de Carmen de Patagones, lo lleva en su piel. Se tatuó su imagen en la espalda. Es su ángel de la guarda. “Desde que nací, lo único que me gusta es el fútbol, es mi pasión y este pibe llevó al fútbol argentino allá arriba. Messi arruinó el fútbol”, le dice Matías a LG Deportiva. “Después de verlo a él, nada tiene sentido. Me enamoré, ya está. Es una bestia”, con Messi, el fútbol tuvo un antes y un después.
Camisetas, remeras, máscaras, banderas, todas argentinas, todas en honor a Leo. Argentina lo respalda. “Vine a verlo a él y después a la Selección. Es él y 10 más. Es el mejor jugador que tenemos”, afirma Adrián, de Buenos Aires, que alienta al capitán desde Sudáfrica 2010.
Cuatro amigos, todos de estaturas diferentes, desde uno que bordea el metro sesenta a otro que toca la puerta del metro 90 y tantos. Pero hay algo que los une, que los nivela, el 10 en la espalda. “Es mi ídolo, futbolísticamente hablando, y como persona”, expone Johnny, el mendocino que toma la palabra por el resto. Lo mismo hace Usuf, el de Tanzania que llegó a Moscú con otros compadres africanos para ver a quién, a Messi, claro. “Es el mejor de todos”, marca la cancha Usuf cuando a uno de sus compadres de Kenia se le ocurre poner en la misma línea de gol a Cristiano Ronaldo. Messi es el “number one”.
El mundo ha cambiado desde su presentación oficial en Barcelona. Millones de personas hoy se llaman Lionel por él. Millones de chicos y jóvenes juegan al fútbol por Messi. Millones de personas lo adoran, lo veneran. “En China todo el mundo ama a Messi”, Alex recontrajura que en su país no hay nadie como Lionel. Por algo será.
Fantasmas, no. Sus fans desearían disponer de una bola de cristal certificada con la videncia necesaria como para saber qué es lo que le pasa y cómo pueden ayudarlo. Él estuvo ausente ante Islandia y desaparecido en acción contra Croacia. Fue su sombra la que caminó en los estadios del Spartak de Moscú y Nizhni Nóvgorod. Por eso los argentinos han venido preparados para despertarlo. “Es un ejemplo como jugador, como persona, dentro y fuera de la cancha. Es el mejor tipo que nos puede representar como país”, no repara en elogios Nicolás Orlandini a Leo. El de Don Torcuato hace flamear una bandera con un rostro perfecto de Messi, el Messi de fútbol soberbio, al que esperan motivar si el crack ve su imagen en esta bandera de la que también participaron Nicolás Cesandi, Maximiliano Lorel y Sebastián López Llobet. “A la bandera la pensamos entre todos, pero había uno que empujó más, ‘Maxi’. La quería sí o sí y la mandó a hacer con Martín Lascuraine, otro amigo”, revela Cesandi los entretelones de cómo tomó vida propia la idea. Fue en un asado. Messi todo lo puede. Messi une. Es inimputable, esa es la otra sensación que toma tono de conclusión después de escuchar a la gente en las calles de Moscú y en los fan zone de Moscú y Nizhni. Nadie quiere que le vaya mal a la Selección en Rusia 2018, en especial porque este debería ser el Mundial de Messi. “No puede ser que siempre busquemos dársela a él y que nos salve. Somos Argentina”, se indigna López Llobet.
Hoy es el día. Lionel, el rey que no perderá su corona por más que Argentina se despida envuelta en un fracaso rotundo de la Copa., cumple 31 años. Messi es el pueblo, y el pueblo está con Messi. Por los siglos de los siglos.