1. LA COMPRA. El grupo adquiría la marihuana en Paraguay. En balsas o en lanchas la ingresaban al país. Una vez en tierra, era trasladada en camioneta hasta un centro de acopio de un pequeño pueblo de Misiones. Allí se mantenía oculta hasta que aparecía un comprador. En este caso, se había pactado el envío de 150 kilos de esa droga, pero por el decomiso de unos 120, terminaron enviando unos 30 y le prometieron que a los pocos días completarían la cantidad con otra carga.
2. EL SERVICIO. El narco misionero, según los investigadores, se caracterizaba por ser muy desconfiado. “Hasta le temía a su sombra”, indicó una fuente. Tanto es así que había contratado a un chamán de la localidad misionera de Puerto Esperanza para que guiara su camino. Cada vez que debía entregar una carga, por teléfono, le preguntaba cuándo debía hacerlo. El “especialista” le avisaba si era prudente o no, pero el cabecilla de la organización siempre le hacía caso. Las respuestas del asesor generaban demoras y problemas. Porque cuando decía que sí, había que organizar el viaje y no siempre coincidían con quienes la trasladaban.
3. EL TRASLADO. Una vez que el chamán autorizaba el envío, el narco debía contactarse con algunos de los tres choferes de micro de larga distancia que trabajarían con él. Los conductores, que cumplían con el servicio Misiones-Buenos Aires, habrían estado acostumbrados a cargar la droga en las bodegas y entregarlas en Retiro o en otra terminal de la gran ciudad. Se sospecha que los conductores habrían cobrado por viaje y no por peso.
4. LA RECEPCIÓN. Supuestamente, el hijo del chamán, que reside en Buenos Aires, se mantenía en contacto con los choferes y acordaban un lugar de encuentro para entregar la droga. Normalmente era Retiro, Liniers o Moreno. El nexo trasladaba a la marihuana hasta la Villa Zavaleta, donde tenía el centro de acopio. Habría vendido la droga a redes de narcomenudeo de diferentes provincias. Los federales lo detuvieron cuando estaba acomodando unos 30 kilos de “yerba” en su VW Bora en la banquina de la autopista que une Buenos Aires con La Plata.
5. OTRA RUTA. De acuerdo a la investigación, los Reyna podrían haberse provisto de marihuana de este grupo. El “Mono”, que junto a su pareja “Lorena” están acusados de ser los cabecillas de la organización, habrían sido los responsables de cerrar acuerdos con el misionero. Un tal “Frank” habría sido el encargado de traer la sustancia desde Buenos Aires, una ruta que normalmente está menos controlada.
6. VELOCIDAD. Los pesquisas estiman que esta organización habría tenido lugares de acopios alejados de sus centros de venta y de sus vivienda para, justamente, no ser sorprendidos por las autoridades. Sospechan que recibían la droga, la procesaban y la fraccionaban para distribuirlas rápidamente a sus quioscos o en su defecto vendían por mayor a otros grupos. Una vivienda en Manantial Sur y otra en Las Acacias de Yerba Buena, fueron señaladas como centro de acopio. En la primera, donde funcionaba una agencia oficial de quiniela, encontraron más de 2 kilos de cocaína. En la otra, que sería de “Paola”, hermana del “Mono”, no ubicaron nada.
7. BALANCE. Pese a que la cantidad de drogas superó los cinco kilos (más de dos de cocaína y más de dos de marihuana), los pesquisas sumaron indicios suficientes para probar que se encontrarían ante una organización que se dedica al tráfico, acopio, fraccionamiento, distribución y comercialización de estupefacientes. En total, se detuvo a unas 19 personas, cinco de ellas que pertenecen a la banda de proveedores y los restantes, en los operativos que se desarrollaron el sábado. De los 14, al menos siete son integrantes del Clan Reyna, informaron las fuentes. Un dato llamativo: por falta de lugar de detención, a varias de las mujeres se les tuvo que otorgar el arresto domiciliario.