El Indio Solari y una obra distópica

El Indio Solari y una obra distópica

Una historia surrealista, apocalíptica y lisérgica

TEMAS. El Indio Solari y su combate contra el sistema es uno de los ejes atraviesa la obra, junto con la resistencia.  TEMAS. El Indio Solari y su combate contra el sistema es uno de los ejes atraviesa la obra, junto con la resistencia.
10 Junio 2018

NOVELA GRÁFICA

ESCENAS DEL DELITO AMERICANO

INDIO SOLARI - SERAFÍN

(Sudamericana - Buenos Aires) 

Ante la hipotética pregunta “¿de qué habla el libro de Indio?”, una respuesta factible sería: “arduo de responder”.

El delito americano podría definirse como una historia surrealista, distópica, apocalíptica, futurista, lisérgica. Foucaultiana, incluso. Una parábola sobre los lugares desde donde “dominan todo este credo de socialización metódica, que estamos obligados a valorar aceptando sus supuestos básicos”. Lo dice el mismo Solari: “El delito americano es una fábula”.

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Y lo explica mejor Marcelo Figueras -su biógrafo, amigo y vocero- en el Pró-Logo: “El Peregrino llega a una casa de salud dirigida por un tal Semasendhi, en la que éste hospeda a un grupo de freaks notables de los primeros años 70. La idea de Semasendhi es ayudarlos a recuperarse del precio que el combate contra el sistema se ha cobrado sobre sus cuerpos y psiquis”.

Indio y su combate contra el sistema. Vaya tema.

Ahí están el imperialismo, la búsqueda de libertad, el mundo virtual, el derrumbe global, el terrorismo, la China de Mao, las fronteras mejicanas, los servicios marxistas de Chapultepec. Y la resistencia, siempre la resistencia, sujeto colectivo imprescindible para alguien como Indio, que se forjó bajo el concepto de contracultura. Porque, como todo preso, toda historieta es política.

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El Indio duplicado

Además de una personalidad única, un carismático manejo de la masa que acude a sus misas y un intelecto capaz de absorber las condiciones sociopolíticas vigentes, Solari -personaje difícil de abordar, por cierto- se ha destacado por una escritura críptica y una inventiva lingüística muy característica, fácil de reconocer en las letras de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Aquí, Solari es, por fisonomía, por estética, por ideología, decididamente El Peregrino: “el cronista soy yo”. Entre citas a canciones propias (test para ir al espacio, gas coreano, facilidades para el gatillo, baiones, licores venéreos y un llamado ¡Todos a los botes!), no son pocas las viñetas alusivas a una banda de rock and roll.

Con ilustraciones a cargo de Serafín, al mejor estilo Revista Fierro, El delito americano es una novela gráfica compleja de abreviar, narrada de manera fragmentaria, como retazos de esa obra total (la Gran Novela Americana) que Solari aún no acepta publicar: “Esta aventura psicotomimética forma parte de un cuerpo mayor que quizá mi pereza y un interés ajeno a mí me permitan algún día sacar a la luz”, según confiesa en contratapa. Indio sabrá de qué habla.

© LA GACETA

Hernán Carbonel

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