RIO DE JANEIRO, Brasil.- Trabajadores petroleros de Brasil iniciaron ayer una huelga de 72 horas en un nuevo golpe al presidente Michel Temer, tras una protesta nacional de camioneros que ha estrangulado a la mayor economía de América Latina por más de una semana.
La paralización es el último desafío para la firma con presencia estatal Petroleo Brasileiro SA, Petrobras, cuyas acciones se han desplomado casi 30% desde el 16 de mayo, en medio de temores de que una interferencia política pueda hacer retroceder medidas pro inversionistas.
Esta semana, Temer empezó a considerar una revisión a la política de precios de combustibles basada en el mercado de Petrobras, lo que podría provocar aún más huidas de inversores.
En un intento por evitar una nueva paralización de la economía, la huelga de los trabajadores petroleros fue declarada ilegal, el martes, por la máxima corte laboral de Brasil.
La Federación Única de los Petroleros (FUP), el mayor sindicato de los petroleros en Brasil, respondió más temprano que no había sido informada de la decisión de la corte y que planeaba realizar la huelga pese a todo.
Según los sindicatos que nuclean a los obreros del petróleo, trabajadores en al menos 20 plataformas de la cuenca de Campos se unieron a la protesta.
Desde el directorio de la empresa estatal petrolera Petrobras había afirmado que una acción de ese tipo no tendrá un gran impacto inmediato en su producción u operaciones en general.
La preocupación, sin embargo, es el efecto político que una medida de este tipo tiene sobre la imagen del gobierno, ya bastante deteriorada en los últimos meses.
Los analistas consideran la posibilidad de que, si esta huelga continúa y se extiende, también aumente la probabilidad de que los paros y protestas se propaguen a otros sectores. Así, los brasileños manifiestan su frustración con un Gobierno que ya es profundamente impopular (el rechazo a Temer supera el 80% y tuvo que bajarse de la candidatura a la presidencia) y una economía que aún no se reactiva.
Sindicatos que representan a los trabajadores petroleros dijeron que exigen la renuncia del presidente ejecutivo de Petrobras, Pedro Parente.
También quieren que se reviertan cambios de precios basados en el mercado y otras políticas adoptadas por Petrobras desde que Temer asumió el poder en 2016.
El líder de la FUP, José Maria Rangel, dijo que el Gobierno de Temer y las políticas de Parente estaban entregando a Petrobras a inversores extranjeros, mientras que “los astilleros de Río de Janeiro están cerrados” ante una tasa de desempleo que permanece cerca de máximos históricos.
La huelga de 10 días de los camioneros contra alzas en el precio del diésel vació las carreteras y provocó escasez de alimentos, gasolinas y suministros médicos en grandes ciudades, pese a un alivio significativo el martes por la noche.
Funcionarios advirtieron que tomará días restaurar las líneas de suministro interrumpidas por la huelga que en su momento más álgido mantuvo 1.000 bloqueos carreteros en autopistas clave en Brasil, la economía más grande de América Latina. (DPA-Reuters)