“¿Sos Vaca? Bueno, ahora vas a comer pasto”, le dijeron sus compañeros de 1° año, aprovechando el recreo de la Escuela Nº 17 de Bahía Blanca. Con 12 años, ella, sufría en silencio. Algunos de sus compañeros se reían y, otros, miraban para otro lado impotentes de poder defenderla o con miedo a que la violencia se volviera contra ellos. Hasta que un día, el año pasado, uno de ellos le lanzó una “patada voladora” y ella por taparse la cara levantó su mano y el chico le quebró cuatro dedos. Sólo entonces se hizo visible para la escuela y para los docentes el bullying. Pero a Leandro Núñez, le fue peor. El joven de 13 años sufrió durante dos años el acoso por parte de sus compañeros en una escuela de Buenos Aires, y el año pasado se quitó la vida.
¿Cómo actuar frente a este flagelo invisible para muchos docentes? Hace 11 años, el gobierno de Finlandia consiguió elaborar un método con la ayuda de expertos de la Universidad de Turku que llevaban 25 años estudiando las relaciones entre los niños. Así se llegó al método Kiva, palabra que significa “guay” en finés y al mismo tiempo es un acrónimo de Kiusaamista Vastaan (“contra el acoso”). Cuando se implantó por primera vez en ese país el acoso disminuyó un 40% y ahora ya casi ha desaparecido, se explica en la página oficial.
El método Kiva llegó a 13 escuelas de Argentina, entre las que se encuentra una de Tucumán. ¿Cómo funciona? Consiste en movilizar a los testigos de la violencia y convertirlos en defensores de la víctima. ¿Por qué? Porque el acosador busca sentirse superior, pero si los espectadores no festejan sus comportamientos agresivos, entonces no consigue su objetivo y deja de acosar.
En el colegio Santa Rosa, donde se pone en práctica el método Kiva, toda la institución en sus dos sedes actúan en clave Kiva, dice la docente Pilar García González, coordinadora del programa junto a Lorena D’Agostini. Ambas son psicólogas del Departamento de Orientación Educativa (DOE) del colegio.
Antes que nada, Pilar aclara que Kiva se suma a otros proyectos para abordar distintos aspectos convivenciales como los de educación para la paz, mediación escolar, meditación cristiana y espacios de tutoría, entre otros.
El escenario ideal
El recreo es el lugar donde generalmente ocurren los casos de acoso escolar, porque es donde los chicos están más libres. De allí que en el recreo varios docentes se identifican con chalecos verdes y están atentos a recibir alguna denuncia de acoso por parte de los alumnos. El recreo también tiene sus características: cuenta con variedad de juegos que invitan a la buena convivencia como los tradicionales de la soga, el elástico, el metegol, el ping pong, la rayuela, el twister, Memotest y otros que buscan disminuir la probabilidad de conflictos vinculares y aprender a convivir a través del juego. El recreo Kiva todavía está en proceso de construcción.
Lo importante para Pilar es que “el colegio tiene cero tolerancia al bullying, lo que implica que interviene ante cualquier situación que indique que un alumno no se siente bien”. “Se trabajan los conceptos de escuela segura y convivencia en un clima amigable. El colegio en clave Kiva implica la mirada atenta de todos los actores institucionales sobre la manera de relacionarse de los alumnos”, explica la docente de 1° grado Mónica Espinosa. “Todo el colegio está capacitado en el método por lo tanto cualquiera pueden recibir una denuncia ya sea de un alumno, de papá o de un docente y llevarla al circuito (ver aparte)”, añade. Los pilares del programa son: prevención, intervención y seguimiento de los casos de acoso.
Por ahora, el colegio sólo aplica el método en el nivel primario, donde es más común que se den los casos pero también se concientiza en el secundario.
En los encuentros Kiva, que tienen una tutora del grupo a cargo, se implementan acciones universales. Se trabaja las emociones, los vínculos, la manera de resolver los conflictos y otras herramientas para favorecer la convivencia escolar y el clima de trabajo entre los alumnos, para prevenir situaciones que lleven al bullying.