Que Germán Delfino inclinó la balanza con ese penal dudoso y con amonestaciones al por mayor a todo el sector defensivo de San Martín no es ninguna novedad. En el primer tiempo, casi que no lo dejó mover al “Santo”. Cada pelota dividida era foul para el local y el siga, siga era moneda corriente cuando un jugador “verde” se llevaba por delante a algún visitante.
De todos modos, San Martín no perdió pura y exclusivamente por culpa del juez. Es cierto que cuando te pitan en contra, la cuesta se hace más empinada. Pero hay una forma de contrarrestarla y esa es achicando el margen de error y el “Santo” no supo encontrarle a la vuelta a ese tema.
Porque al igual que contra Brown de Adrogué y Dálmine se dejó llevar puesto por un rival que salió decidido a encontrar rápido la ventaja. Una vez más, se “durmió” en los primeros 15 minutos y, durante la primera mitad, nunca le encontró la vuelta a los pelotazos frontales para Lucas Passerini.
Esa fue el arma elegida -y el único recurso- que el local utilizó para lastimarlo. Así llegó la jugada del penal que derivó en el 1-0 y también de esa manera tuvo las otras dos jugadas con las que se acercó al área de Ignacio Arce.
Por eso, la tarea para Darío Forestello en esta semana es que el equipo mantenga durante 90’, el rendimiento que mostró en el complemento. Durante ese lapso corrigieron el problema defensivo y Juan Galeano entró más en juego. Walter Busse bajó unos metros para intentar sumarse a la usina generadora de fútbol, pero se topó con Matías García inconexo.
Recuperar protagonismo
“Yagui” deberá trabajar para que sus pupilos recuperen el juego de la revancha contra Agropecuario. Que haya presión alta, movilidad, velocidad y que obliguen al error rival. Ese será el camino para dar vuelta una historia que pinta complicada.
Con esos atributos armó, quizás, una de las mejores producciones en mucho tiempo jugando en Bolívar y Pellegrini. Y que los jugadores y Forestello se hayan mostrado calmos, a la salida del vestuario visitante, es una muestra de que San Martín tropezó más por culpa suya que por virtud de su rival. El local se encontró con un “regalo” que generó gracias a su único recurso ofensivo.
Otro punto a trabajar es en el tema mental. Una vez más, al igual que contra Adrogué, el equipo estuvo dormindo en los primeros minutos y eso es algo que no puede pasar en las finales.
Franco Costa volvió a demostrar que puede ser una variante interesante, como contra Dálmine o Agropecuario, y es posible que sea una especie de llave maestra para destrabar el “cerrojo” defensivo que planteará Sarmiento en la revancha. Así como lo hizo ayer en el complemento, porque se conformó rápido con el 1-0 y se dedicó a evitar que San Martín tuviera libertad para mover la bola. Y de visitante apelará más que nunca a ese plan.
Será fundamental que el “Santo” no pierda la calma que por momentos le faltó en esta ocasión y no se deje llevar por el ímpetu de los hinchas. La Ciudadela será una olla a presión y a pesar que los de afuera son de palo, ese aliento masivo puede traducirse en un peso extra si no logra empardar la serie rápidamente.
Recuperar el buen juego; no cometer errores en defensa y buscar una máxima concentración son los objetivos de cara a la finalísima del próximo domingo, en el estadio de La Ciudadela.
Si lo consigue, dar vuelta la historia será posible.