Tomas Rudich - Agencia DPA - Especial para LA GACETA
Sería una pena para Lionel Messi no conquista el gran título que necesita con Argentina. O para Neymar no tener revancha del trauma de Brasil 2014. O para Cristiano Ronaldo no llevar a Portugal a su primer Mundial. Pero, al fin y al cabo, se trata de deporte y la derrota es una posibilidad del juego. Los que no podrán fallar en esta Copa del Mundo son Rusia y la FIFA.
Los vínculos entre fútbol y política no son nada nuevos. Casi desde la misma génesis del Mundial -la segunda edición se disputó en la Italia de Benito Mussolini- existió este lazo siempre sospechoso, mantenido cuatro décadas y media después en plena dictadura argentina. Pero aún con estos antecedentes no es exagerado decir que pocos Mundiales estuvieron tan atravesados por las turbulencias políticas como Rusia 2018.
Las amenazas de boicot deportivo de algunos legisladores británicos tras el envenenamiento del ex espía ruso Serguei Skripal y su hija Yulia, en el Reino Unido, lejos estuvieron de materializarse, pero la tensión no se disipó en absoluto. Lo dejó en claro el canciller británico Boris Johnson cuando comparó al Mundial de Rusia con los Juegos Olímpicos de 1936 en la Alemania de Adolf Hitler.
Cada detalle del Mundial en la Rusia de Vladimir Putin será seguido con lupa por las potencias de Occidente. Aunque el cóctel es bastante más complejo, ya que a las tensiones derivadas del caso Skripal o la guerra en Siria se suman componentes específicos de la política deportiva.
Un atolladero
Desde aquel 2 de diciembre de 2010 en Zurich, cuando el comité ejecutivo eligió simultáneamente a Rusia y a Qatar como las respectivas sedes de los Mundiales de 2018 y 2022, la FIFA se encuentra en una ciénaga. Aquella votación, cargada de sospechas que nunca pudieron ser del todo comprobadas, como reconoció el informe del investigador Michael García, desató la ira de Estados Unidos e Inglaterra y, posiblemente, haya tenido algo que ver con la investigación del FBI que derivó en el “FIFA-Gate” y que acabó con la cabeza de Joseph Blatter.
El veterano directivo suizo y Michel Platini, su máximo rival entonces, se encuentran suspendidos y caídos en desgracia. Pero la FIFA de Gianni Infantino aún debe lidiar con las consecuencias de aquella decisión. No sorprende que Infantino esté tan preocupado por evitar que el crecimiento de Marruecos arruine los planes de la tri-candidatura de Estados Unidos, México y Canadá para organizar el Mundial de 2026, el primero de 48 equipos. La elección, que podría ser más pareja de lo que se presuponía, se tomará el 13 de junio en Moscú, un día antes del comienzo del Mundial.
La FIFA no quiere ni puede permitirse más turbulencias. Los millonarios juicios del “FIFA-Gate” y la pérdida de patrocinadores dejaron sus secuelas en las arcas, por lo que el Mundial y la enorme masa de dinero que genera son como un oasis tras una larga caminata por el desierto.
El frente interno
Tampoco Putin puede darse el lujo de que algo salga mal. Tendrá desafíos de magnitud, como la violencia “hooligan” que recrudeció en Europa en los últimos meses o la amenaza terrorista. Además, necesitará de la pelota para lavar la imagen de un deporte ruso que se vio seriamente afectado por los escándalos de doping. El último gran evento deportivo que recibió el país, los Juegos Olímpicos de invierno de 2014, son una gran mancha para el olimpismo tras revelarse la manipulación de muestras: el doping de Estado.
Pero Rusia también demostró que, en lo que respecta a los aspectos logísticos, es capaz de organizar eventos con eficiencia, como se vio en la Copa Confederaciones de 2017. Los 12 estadios en las 11 ciudades que albergarán la cita entre el 14 de junio y el 15 de julio ya están listos -gran diferencia con Brasil 2014- e impactan por su modernidad y comodidades. El operativo de seguridad será colosal y los traslados en el país más grande de la tierra se verán facilitados por un sistema de trenes gratuito entre sedes. Rusia y la FIFA contienen la respiración.
El temor de Pekerman
Las lesiones que persiguen a figuras de Colombia como Radamel Falcao o Wilmar Barrios preocupan al DT José Pekerman. Falcao jugó apenas 100’ durante el último mes, culpa de una contusión en la pierna derecha, y Barrios se perdió los últimos partidos de Boca por dolencias en el isquiotibial derecho. Además, Oscar Murillo (zaguero), Abel Aguilar (volante) y Duvan Zapata (delantero) están entre algodones. Colombia integra el grupo H y debutará el 19 de junio con Japón.
Estrellas para la Copa
La FIFA confirmó que la canción oficial del Mundial, “Live it up”, será interpretada por el cantante de reguetón Nicky Jam, el actor Will Smith y la artista albanesa Era Istrefi. Ellos se presentarán en el cierre del torneo, el 15 de julio. “Lo que queremos es ver a la gente bailando”, deseó Smith. El tema, que fue producido por el DJ Diplo, será lanzado mañana, mientras que el videoclip se verá el 7 de junio, informó la FIFA.
En la enfermería
El delantero Douglas Costa se resintió de una pequeña lesión en el muslo derecho y está casi descartado para el amistoso que Brasil jugará ante Croacia el 3 de junio. “No esperen ver a Douglas Costa en campo los próximos días. Se estará recuperando en el sector de fisioterapia”, anunció el médico del plantel. Antes de su debut en la Copa, el 17 de junio ante Suiza por el grupo E, la “verdeamarelha” se medirá con Austria, el 10 de junio.
Baja sensible
El defensor mexicano Néstor Araujo no se recuperó de una lesión en la rodilla izquierda y será baja para el Mundial. El DT, Juan Carlos Osorio, lo reemplazará por Oswaldo Alanis o por Hugo Ayala.