China lanzó con éxito un satélite para establecer un enlace entre la Tierra y la sonda lunar "Chang'e 4" que permita explorar la cara oculta de la Luna, que no se ve desde la Tierra, informó hoy la Administración Nacional Espacial de China.
El satélite, bautizado "Queqiao", fue puesto en órbita por un cohete Larga Marcha 4C que despegó a las 05:28 horas (21:28 GMT) del centro de satélites de Xichang, en la provincia sudoeste de Sichuan.
"El lanzamiento es un paso clave para China para conseguir su objetivo de ser el primer país que envíe una sonda que aterrice y recorra la cara oculta de la Luna", señaló Zhang Lihua, gerente del proyecto de transmisión del satélite, citado por las agencias Xinhua y Dpa.
Unos 25 minutos después de despegar, el satélite se separó del cohete y entró en una órbita de transferencia Tierra-Luna. Los paneles solares y antenas de comunicación de desplegaron sin dificultades.
China quiere convertirse en el primer país que aterrice en la cara oculta de la Luna dentro de unos seis meses. Para enviar a la Tierra las señales del módulo lunar "Chang'e 4", que contará con un vehículo todoterreno que recorra la superficie, el satélite de conexión lanzado hoy se colocará detrás de la Luna en un punto en el que ve tanto su cara oculta como la Tierra. "Queqiao" también estudiará en el entorno silencioso del satélite terrestre señales de radio muy tenues de los inicios del Universo.
El experimento se realiza en colaboración con Holanda, que ha desarrollado el receptor de radiofrecuencias bajas. Sin la presencia de la atmósfera terrestre y otras distorsiones, los astrónomos pueden captar en el espacio mucho mejor las señales y esperan poder obtener más conocimientos sobre el surgimiento de las estrellas.
Con el cohete Larga Marcha también fueron puestos en órbita otros dos microsatélites, el "Longjiang" 1 y 2, que harán una investigación independente de radiofrecuencias astronómicas.
Mientras que el módulo lunar se llama "Chang'e 4" en honor a la diosa china de la Luna, "Queqiao" significa "puente de urracas" y alude a un antiguo cuento tradicional chino. La historia cuenta cómo las urracas unen sus alas y crean un puente en la séptima noche del séptimo mes del calendario lunar chino, a través del cual Zhi Nu, la séptima hija de la reina del cielo, puede reunirse con su marido, separado de ella por la Vía Láctea.
Antes de que "Queqiao" pueda establecer su puente de comunicación en esa órbita serán necesarias una serie de maniobras de freno y adaptaciones de dirección para poder llegar al punto en el que aprovechará la fuerza de atracción de la Luna.
Desde hace diez años, China desarrolla un ambicioso programa lunar. Tras el aterrizaje en la cara oculta hay una misión prevista para 2019 en la que el país quiere traer rocas de la superficie a la Tierra. El proyecto chino tendría lugar así justo 50 años después de que Estados Unidos consiguiera su primera misión tripulada a la Luna, cuando Neil Armstrong se convirtió el 21 de julio de 1969 en el primer ser humano en pisar el satélite terrestre. El gigante asiático quiere que un astronauta chino llegue a la Luna en 2030.