Alejandro Sánchez sigue frunciendo el ceño, una vez terminado el entrenamiento de Atlético en Paraguay. Continúa respirando rápido y fuerte en su caminata hacia el hotel, cuando ya son varios los minutos que pasaron desde que Ricardo Zielinski dijo que la práctica había llegado a su fin. Cuando los grabadores y los micrófonos se encienden sigue golpeando sus manos como si estuviera en una ronda de penales. La intensidad con la que carga el jugador que hoy defenderá el arco de Atlético es la de alguien que está cegado. En realidad, es la de alguien que solo tiene en la mira el partido de hoy, a las 19.15, con Libertad, y la ceguera aplica para cualquier otra cosa que no lo sea.
“No voy a desaprovechar esta chance. Esto es así. No la voy a desaprovechar”, le repite a LG Deportiva el “Oso” sin mover un músculo de su cara. Habla muy en serio. Para él y para varios jugadores, la de hoy puede tratarse de la última chance para abrochar su continuidad en la temporada 2018/19 en Atlético. Por más que la Copa Libertadores siga en el próximo semestre (o la Sudamericana en su defecto), los contratos se vencen a fines de junio y pueden renovarse (o no) después de partidos como los de hoy. Verdaderas finales.
“Uno nunca sabe qué le depara el destino. Es un examen y lo quiero rendir al 100%. Voy a dejar la vida en la cancha”, avisa Sánchez, que a su intensidad y concentración le suma algo de emotividad. Entiende que puede ser su despedida, aunque si dependiera de él no lo sería. La lesión de Augusto Batalla le abrió la puerta del arco, pero cuando se recupere, él y Cristian Lucchetti estarán al frente del puesto y, aunque juegue contra la corriente, Sánchez quiere dejar en claro que puede pelearla y con buenas armas.
“He hecho muchos sacrificios para estar acá. Pasando buenos y malos momentos. De todo eso hay que acordarse ahora”, pide Sánchez. Él sabe muy bien cuáles fueron sus buenos y malos momentos. Los buenos fueron su espectacular ingreso en la semifinal de la Copa Argentina, atajando dos penales ante Rosario Central y depositando al equipo en esta Copa Libertadores. Quizás también el último partido ante Peñarol, cuando también le tocó ingresar de apuro y mantuvo el arco en cero.
Un puesto ingrato
Los malos pueden relacionarse con la final perdida ante River de esa misma Copa Argentina (Cristian Lucchetti se había lesionado en la semifinal y fue operado), dos goles encajados y un semestre en el que se la pasó en el banco. “El puesto del arquero es ingrato: solo juega uno. La vida me ha dado muchos cachetazos. Uno más no me hará nada. Estoy muy fuerte, psicológicamente hablando, para jugar este partido”, sigue avisando el jugador nacido en Buenos Aires. La atención y el ensimismamiento no se quiebra nunca en él.
Nada parece sacarlo del foco. Siempre le apunta su futuro inmediato. Por más de que en la toma también aparezca el más lejano, como su continuidad. Suena contradictorio pero en realidad una cosa es la que llevará a la otra: su concentración para el partido de hoy, pareciera que puede asegurarle el mañana.
“Me tengo mucha fe. Confío en mis cualidades y creo que le puedo dar una mano enorme al equipo. Ojalá pueda hacerlo”, termina.
Una vez concluida la entrevista, la relajación aparece para un par de fotos con fanáticos. Su pulgar va para arriba. Luego sigue. El camino hacia su habitación será igual y las horas previas al partido no lo cambiarán. El “Oso” parece jugarse sus últimas fichas y según él no piensa desaprovecharlas.