Adrián Ravier está convencido de que el mercado le puso un límite a la gestión del presidente Mauricio Macri. Por esa razón, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tuvo que viajar a Washington a formalizar el pedido de crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI). “El dilema que se le presentaba al Gobierno era claro: ajuste o FMI”, dice el doctor en Economía Aplicada, especializado en teoría monetaria, en una entrevista concedida a LA GACETA.
- ¿Qué está ocurriendo?
- Las turbulencias de la semana pasada han dejado muestras de la débil situación económica que tiene la Argentina, después de florearse el último año con un “exitoso” gradualismo que permitió en 2017 mostrar recuperación económica, baja de la inflación y también de la pobreza. De “tribuneros”, los liberales pasaron al centro de la escena política, pues fueron los únicos que advirtieron de la necesidad de equilibrar las cuentas públicas. Lo cierto es que esta semana ha dejado una desaceleración en el crecimiento económico, expectativas de inflación mayores y un dólar más alto.
- ¿Es conveniente o no endeudarse con el FMI? ¿Era necesario?
- Henry Hazlitt lo dijo muy claro hace varias décadas. “Si no existiese la ayuda exterior, los gobiernos que hoy la reciben encontrarían aconsejable tratar de atraer la inversión privada extranjera. Para hacerlo, tendrían que abandonar la política socialista e inflacionaria, el control de cambios y las prohibiciones de sacar dinero del país; renunciar a la continua presión sobre los negocios privados, a la legislación laboral restrictiva y a los impuestos discriminatorios, y dar seguridades contra la nacionalización, la expropiación y la confiscación (La Conquista de la Pobreza, p. 194)”. El dilema es claro: ¿ajuste o FMI? Si ajustan el gasto, no necesitamos endeudamiento. Entonces el FMI se retira del país. Pero si tomamos deuda, el FMI ofrece mejores condiciones. Consciente de la desaceleración que generaría en la actividad el endeudamiento local, y de la restricción política que implica hacer un ajuste sobre el gasto público, el endeudamiento externo parece la única salida. El viaje de Dujovne a Washington debe leerse como una nueva negación del oficialismo a hacer el ajuste.
- ¿Cómo impactará esa decisión en la economía? ¿Cuál es el costo para la gestión?
- En términos sociales, la sola mención del FMI nos remite al noventismo. Eso no es una buena noticia. En términos políticos, el gobierno puede pagar cara la presencia del FMI en el país. Macri ya viene perdiendo confianza entre los argentinos, y esto contribuirá a pronunciar su caída. En términos económicos, el programa económico sigue siendo inviable, aunque se gane tiempo.
- ¿Qué puede hacer el gobierno con el crédito stand by?
- Esto requiere un análisis más profundo, pero este nivel de deuda permite afrontar el pago de intereses por vencimientos de deuda sin perder reservas. Inicialmente se creía que la deuda contraída en el año anterior permitiría afrontar este costo, pero la fuga de capitales y la pérdida de reservas para defender la cotización vigente llevó al Banco Central a notar que las reservas pueden ser insuficientes.
- ¿Cómo impacta en la emisión monetaria, la inflación y el crédito?
- Hasta ahora los dólares que entraban al Tesoro eran adquiridos por el Banco Central a cambio de pesos. Luego, para que esos pesos no generaran una inflación mayor por aumento de circulante, el Banco Central los cambiaba por bonos (Lebac). Si el proceso continúa con la misma dinámica, sí, podría continuar el aumento de circulante y generar mayor inflación. Pero si los dólares que llegan al Tesoro son utilizados para pagar deuda externa, entonces no incrementan el circulante y no hay efecto inflacionario. Por otro lado, tomar crédito interno genera lo que los economistas llamamos “efecto crowding out” o “efecto desplazamiento”, en la medida que el oficialismo absorbe el crédito disponible como una aspiradora y lo encarece para las empresas locales. El crédito interno reduce el ritmo de crecimiento de la actividad económica.
- ¿Y el externo?
- El crédito externo, por su parte, da algo de aire al gobierno para evitar que se resienta la actividad económica, aunque compromete a generaciones futuras. La medida se justifica si en el cortísimo plazo se emprende un camino acelerado hacia el equilibrio fiscal, pero será costoso si este “aire” que recibe el gobierno le permite descansar sobre ese colchón de deuda sin hacer ningún ajuste. En pocas palabras, ya se han perdido dos años y medio con inacción fiscal y el mercado está poniendo un límite.