La Justicia confirmó la prisión preventiva durante un año para Facundo Guerrero, sospechado de haber arrojado a la estudiante de Veterinaria, Ana Ríos, desde el cuarto piso de un edificio de San Juan al 800, en la capital.
La Fiscalía de Instrucción de la III Nominación requirió esta medida al considerar que las pruebas reunidas durante la investigación estuvieron conectadas y que existía peligro de fuga del imputado. El Juzgado de Instrucción V hizo lugar al pedido oficial.
La medida fue confirmada el mismo día en el que los amigos de la joven y organizaciones sociales se movilizaron hasta tribunales de avenida Sarmiento al 400, con el fin de solicitar, justamente, la aplicación de la cautelar.
“Estamos conformes con este procedimiento (por la preventiva) y lo consideramos oportuno, ya que cuando Facundo Guerrero estaba en libertad hubo amenazas contra algunos testigos. Esto pudo entorpecer la investigación, más cuando se trata de una persona que no tiene aquí arraigo”, manifestó el abogado de la familia de la víctima, Juan Musi.
El letrado contó ayer que desconocidos se habían bajado de una moto y habrían intimidado a una joven, miembro de la mesa de ayuda a Ana Ríos. “Que termine esto, sino le pasará lo mismo que a Ana”, habría sido la amenaza, según relató Musi.
“Estamos convencidos, y cada vez tenemos mayor certeza, de que se trata de femicidio. Todos los elementos que van ingresando a la causa, con las demoras obvias, están conduciendo a este delito”, remarcó Musi, quien consideró que en un lapso corto de tiempo “se podría establecer el cierre de la investigación, contemplando las etapas de recusación de la defensa”.
En esa línea, el patrocinador de la familia Ríos hizo hincapié en que se podría llegar a una condena de prisión perpetua. “Estamos convencidos de que Ana fue muerta por mano de Facundo Guerrero”, insistió.
Ríos murió el domingo 1 de abril, tras estar internada en el hospital Padilla en estado delicado desde el Viernes Santo. Ese día, pasadas las seis, la joven jujeña, de 26 años, había caído a la vereda de la calle San Juan al 800, donde vivía su novio Facundo Guerrero, también de Jujuy.
El principal sospechoso declaró en los primeros momentos de la investigación, según fuentes judiciales, que la chica habría decidido quitarse la vida debido a que estaba deprimida, a raíz de la pérdida del trabajo -era moza de un bar ubicado en Miguel Lillo al 300-, entre otras situaciones. La familia, en cambio, se mantuvo firme sobre el posible femicidio.
Luego, se supo que la víctima había hecho, al menos, cuatro denuncias contra su pareja por violencia de género, de acuerdo con las declaraciones de los allegados.
“Seguimos pidiendo justicia y que siga avanzando la causa (...) Estamos seguro de que se trató de un femicidio: porque conocíamos a Ana; por las denuncias que había realizado ella; y porque sabemos cómo era la relación entre los dos”, explicó Anahí Carrasco, una de las compañeras de la víctima que participó ayer en la concentración frente a tribunales.
“Ana era súper feliz y el centro del grupo. Las reuniones se hacían en su casa. Siempre alegre y con su nariz arrugada y linda”, recordó la amiga.