Retroceder nunca, rendirse jamás. San Martín necesita emular a Jean-Claude Van Damme para atrapar en los próximos 30 días lo que se le escurrió como arena entre las manos el lunes, en Adrogué.
La conocida saga de acción comprendió cinco filmes, el mismo número de partidos que el “Santo” deberá sortear en el Reducido para quedarse con el ansiado ascenso.
En la película, el actor belga se levantaba una y otra vez para salir airoso en los desafíos que enfrentaba. Para el equipo de Rubén Darío Forestello uno de los obstáculos a superar de aquí en más será sobreponerse a las secuelas de una frustración enorme provocada en parte por el inteligente Brown pero también por falencias propias. El equipo careció de fútbol y, fundamentalmente, de respuestas anímicas.
Razonamientos
El fútbol se juega con los pies pero comienza en la cabeza. El escritor Eduardo Sacheri escribió acerca de “la dificultad para comprender que el fútbol es mucho más de lo que se hace con las piernas”. Y el entrenador serbio Velibor “Bora” Milutinovic sostiene que “el fútbol actual requiere del manejo de pensamientos, emociones y acciones”.
Ambas frases -extraídas del libro “El Partido Mental”, de los autores Marcelo Roffé y Claudia Rivas- apuntan al aspecto psicológico, en el que los jugadores -e incluso el entrenador- por momentos parecieron hacer agua en el empate 3-3 con Flandria y la derrota 1-0 frente a Brown. En ambos casos, San Martín tuvo dificultades para mantenerse o salir a flote, tanto en circunstancias favorables como desfavorables.
Dentro de unos pocos días, frente a Villa Dálmine, el “Santo” deberá manejar eficazmente ciertas variables mentales: no solo tendrá enfrente once camisetas violetas, sino también los fantasmas que se corporizaron después de quedarse en los umbrales de llegar a la Superliga por la autopista del ascenso directo.
Un tema tabú
Para transitar con éxito el Reducido y llegar al objetivo, San Martín precisa que los miedos -un tema tabú en el fútbol- y las presiones le jueguen a favor y no en contra. En otras palabras, que se traduzcan en una motivación el apoyo de los apasionados e impacientes hinchas que van a colmar La Ciudadela.
Recuperar la autoconfianza -a nivel individual y colectivo-; mantener la concentración del minuto uno al 90; controlar las emociones ante una eventual adversidad, son otras de las variables que incidirán en este difícil camino. La cohesión grupal en pos del objetivo también será fundamental, a partir del liderazgo que Forestello mostró en el vestuario de Adrogué, con una arenga encendida que buscó recuperar a jugadores golpeados por la oportunidad perdida. “No nos vamos a derrumbar porque tuvimos un mal resultado. Este equipo la viene luchando desde hace rato”, declaró “Yagui” antes de emprender el doloroso regreso a Tucumán con las manos vacías.
El entrenador reconoció, también, la angustia que envolvía al plantel y al cuerpo técnico. “Hay una desesperación lógica en una provincia futbolera, y nosotros queremos darle un premio a la gente que nos acompaña”.
“Las cosas que duelen, instruyen”, señaló alguna vez el inventor estadounidense Benjamín Franklin. Es lo que espera el pueblo “santo”: que las traumáticas experiencias de Jaúregui y Adrogué se transformen en lecciones aprendidas para que el fútbol de San Martín vuelva a fluir.
Aunque primero tendrá que ordenar su cabeza.