Al oído más empapado de la actualidad del fútbol que la del rugby, puede resultarle excesivo el uso de la palabra “histórico” para calificar ciertos triunfos de Pumas y Jaguares. Pero lo cierto es que no lo es: en esta etapa de adaptación y crecimiento que está transitando el rugby argentino en sus esferas superiores, es lógico que se vayan deshojando hitos por el camino, desbloqueando de a poco aspectos de una realidad otrora inaccesible.
El triunfo de Jaguares sobre Blues en Auckland (20-13) bien merece ser calificado de histórico. En primer lugar, porque es el primero de la franquicia argentina sobre un equipo neozelandés, y nada menos que en el mítico Eden Park. Hasta aquí, los siete intentos anteriores habían terminado en derrota.
En segundo lugar, porque esta valiosa racha de triunfos en suelo oceánico es un síntoma inequívoco de que algo está cambiando. Para un equipo que por momentos ya parecía haber naturalizado la derrota, es un enorme paso hacia adelante. Más allá del gran mérito que le cabe al entrenador Mario Ledesma por haber transformado un equipo mentalmente endeble en uno mucho más consciente de su verdadero potencial, no se debe subestimar el valor de la experiencia. Cuando los Jaguares ingresaron al torneo en 2016, la espuma del cuarto puesto obtenido por Los Pumas en el Mundial del año anterior hizo pensar que la franquicia argentina (que contaba prácticamente con el mismo plantel) era de movida candidata a estar en los playoffs. Sin embargo, los que conocen el paño del Súper Rugby advirtieron que se trata de una arena a la que lleva tiempo tomarle la mano.
Finalmente, parece que todo eso se va haciendo callo en la piel de los Jaguares. Los cinco triunfos conseguidos en las primeras 10 fechas ya superan los cuatro que se lograron en toda la temporada debut, y con otros tres se superará la marca de 2017. Quedan seis partidos de la fase regular para lograrlo.
Los números hablan de un equipo cuya evolución comienza a ser patente, desde lo individual y lo colectivo, con un scrum mucho más sólido, un maul que lastima en serio, una defensa más prolija y organizada -más allá de ciertos pasajes de descompensación-, mayor efectividad en el ataque y la entrega de siempre en el tackle. A ello se agregan puntos altos de rendimiento individual, entre los que se cuentan los tucumanos Nicolás Sánchez, Matías Orlando y Ramiro Moyano. Del triunfo contra Blues también participó Javier Díaz, que está dando sus primeros pasos con el equipo.