La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha advertido desde hace décadas que, con base en datos regionales, “el alcohol y el tabaco, seguidos por la marihuana, fueron las drogas de inicio más frecuentes de los pacientes atendidos en centros de tratamiento”. Aunque las drogas ilícitas de mayor impacto en la salud han sido la cocaína, la pasta base y el crack. “El problema del consumo de estupefacientes afecta, principalmente, a la población juvenil”, planteó la organización internacional en un informe anterior.
Tucumán no ha escapado a esa descripción para América Latina en su conjunto. En la provincia, en 2017, el programa de salud mental registró 270.000 consultas. De ese total, 25.000 casos fueron por adicciones, superando las 22.000 del año anterior.
“De esos 25.000, el 64% representó al policonsumo, es decir, el alcohol asociado a otras sustancias; entre ellas, a la cocaína, sedantes o al cannabis. En segundo lugar, con un 23%, se ubicó sólo el alcohol; y en tercer lugar, con un 5%, los que consumen cocaína propiamente dicha o a través del paco o el crack”, dijo Walter Sigler, director de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud de la Provincia.
El especialista remarcó que de ese porcentaje referido a las consultas por cocaína, una menor parte consumió cocaína asociada al bicarbonato, es decir, crack.
“El 70% de los pacientes que consumen son varones y el 30%, mujeres, de las 25.000 consultas por adicciones”, añadió Sigler.
“En Tucumán se presenta una situación preocupante. La condición de la adicción es un problema de la salud pública. A nivel mundial, las cifras son alarmantes. La adicción ya no es únicamente una problemática del adulto, sino que afecta a la población adolescente, que es la más vulnerable”, añadió.
“Las redes”
Por su parte, Emilio Mustafá, referente social que trabaja en barrios de familias de bajos recursos de la capital, afirmó que sería una novedad el consumo de crack en la provincia, a partir del caso registrado en Monteros. “Por lo menos, en los sectores vulnerables donde yo trabajo y hay consumo de distintos tipos de sustancias, no es común”, afirmó el psicólogo.
“La historia del crack surge de los barrios pobres de Nueva York, como Harlem. Sería novedoso y nuevo si hay gente que diga que consume crack en Tucumán. Podría ser un elemento preocupante, ya que significaría un mayor afianzamiento de las redes del narcomenudeo y del narcotráfico, y una mayor elaboración de sustancias, de estiramiento de la cocaína”, agregó.