Abrir la canilla y que salga agua limpia, tener un techo seguro y un plato de comida en la mesa, aprender a leer y escribir, ir a la escuela con ganas, contar con un trabajo de calidad, mirar al futuro con esperanza, tener sueños y proyectos. Todas estas no sólo son deudas impostergables que desde hace años nuestro país tenía con los argentinos más vulnerables, son también un compromiso que asumí de manera personal. Porque, como dije más de una vez, mi intención es que cada argentino sienta que su vida mejora, que tengan esa oportunidad que antes no tenían, que puedan ver cómo su vida va avanzando.
Para eso, desde el primer momento supimos que era necesario saber la verdad. Mirar a un costado no hace que los problemas desaparezcan; al contrario, los profundiza. Por eso hace un año y medio, después de mucho tiempo de tener un Indec que ocultaba la realidad y nos mentía, los argentinos pudimos conocer la realidad sobre la pobreza. Fue difícil pero necesario, y esa verdad nos puso en movimiento.
El año pasado la pobreza descendió casi 4 puntos y, hace unos días, el Indec dio a conocer nuevos datos: la pobreza bajó de 28,6% a 25,7%, y también la indigencia se redujo de manera significativa; pasó de 6,2% a 4,8%. Es un avance muy importante, pero sabemos que falta.
Todavía quedan tantos argentinos con necesidades, sueños y aspiraciones por concretar; pero sí es una noticia que nos anima, porque nos confirma que vamos por buen camino. Desde que tenemos estadísticas confiables, 2 millones 700 mil personas lograron salir de la pobreza y casi 610 mil dejaron de vivir en la indigencia. Estamos avanzando, de a poco, pero de manera constante y segura. Lo que dura, lo que vale, lleva tiempo; no hay atajos ni soluciones mágicas.
A esto se suman otras noticias alentadoras: creció el empleo registrado, la actividad económica, la industria y la construcción, que viene batiendo récords gracias al boom de los créditos hipotecarios y la obra pública. Estamos en el séptimo trimestre consecutivo de crecimiento y la inflación y el desempleo están bajando. Pero los datos económicos positivos son secundarios, lo que importa es que éstos se traduzcan en más y mejores oportunidades para los argentinos. Y eso está pasando.
A la pobreza hay que abordarla de manera multidimensional. No se resuelve con planes sociales. Sin duda son necesarios en la urgencia, para acompañar y cuidar a los más vulnerables. Pero no son una solución a largo plazo si queremos que puedan tomar las riendas de su propia vida y animarse a imaginar un futuro diferente. Para eso, un pilar clave es la educación.
Por eso trabajamos en la Primera Infancia, porque el futuro de nuestros hijos empieza en sus primeros mil días de vida. La alimentación, la estimulación y el cuidado de su salud en esta etapa son determinantes para que lleguen a la escuela en las condiciones que necesitan para empezar esa nueva etapa. Y también para finalizarla. Además, los Espacios de Primera Infancia les dan a las mamás y a los papás la posibilidad de ir a trabajar o a estudiar tranquilos, porque saben que sus hijos quedan en buenas manos.
Otro de los desafíos que asumimos cuando llegamos al gobierno, hace poco más de dos años, fue mejorar la calidad de la educación. Y, también en este caso, el primer paso fue conocer exactamente dónde estábamos parados y dónde había más dificultades. Hoy, la evaluación de la calidad educativa es política de Estado. A partir de los resultados que tuvimos de la evaluación Aprender el año pasado, pudimos informar a cada escuela cuáles eran sus fortalezas y sus desafíos, y esta información les sirvió para mejorar. Este año, los resultados fueron más alentadores y demostraron una mejoría en Lengua, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y en algo tan fundamental para el futuro de los chicos como la comprensión de textos.
También ampliamos y potenciamos las Becas Progresar para que sean verdaderamente una herramienta que impulse a los jóvenes a terminar sus estudios. Porque lo que viene después de la educación es el trabajo, que es el camino genuino para salir de la pobreza.
En este sentido, en estos dos años también avanzamos: cada día se generan nuevos empleos y, a medida que siga creciendo la economía, habrá cada vez más oportunidades en nuevas partes del país. Así es como logramos que, hoy, casi 270 mil argentinos más tengan un empleo registrado. Y, con programas como Hacemos Futuro, acompañamos a los que hoy reciben ayuda del Estado para que puedan dar el paso hacia un trabajo formal.
Estamos creciendo y tenemos que estar más juntos que nunca si queremos reducir la verdadera grieta, que es la que existe entre quienes más tienen y quienes menos tienen. Porque el Estado son los argentinos, somos lo mismo, compartimos logros y fracasos, y cada familia que sale adelante y sueña con un futuro mejor es un sueño alcanzado por todos.
Los convoco a seguir trabajando juntos para construir un futuro inclusivo, para que en este gran país nadie se quede afuera. Se lo debemos a los millones de argentinos que hoy tienen una nueva razón para creer que un futuro mejor es posible.