Cartas de lectores
28 Marzo 2018

Barrio sin gas natural

En un principio alegría, entusiasmo por lograr en pocos meses concretar un servicio básico como es el gas natural en nuestro Barrio Bernel. Así fueron las primeras emociones, las ilusiones que un gasista matriculado nos hizo creer por allá de diciembre de 2014. Pero la historia tiene un sabor amargo; las promesas no se cumplieron. La empresa Gasnor, encargada de cuidarnos, mira a un costado. Enargas se lleva su cuota también en todo esto; cada nota, cada reclamo realizado, un simple pasamanos para derivar nuestra denuncia a Gasnor y devolvernos copia de lo poco que nos contestaban, sin emitir dictámenes, sin llamar a las partes, sin revisar qué estaba sucediendo. Hoy estamos con una obra sin terminar y sin un panorama de certezas. Es decir que la obra se concluya, y que esta situación cambie no tan sólo para nosotros sino para un montón de barrios en los que intervino este mismo matriculado y en situaciones similares. Un Enargas incapaz de revisar la normativa vigente, que data de 1982, con miles de huecos y vacíos para un siglo XXI moderno; y un Gasnor indolente, son el caldo perfecto para que esta situación siga vigente.

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Esteban Álvarez

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CONSTITUCIÓN Y REFORMA

¿Reformar la Constitución? Lo que hace falta es representación genuina. Y ésta debe empezar de abajo para arriba, desde lo cercano -donde los candidatos se conocen por su entera trayectoria y no porque se hayan pasado calentando mesas de café- hacia las instancias superiores y con capacidad para reelegir o sancionar desde el lugar de origen del presunto representante. Es imprescindible que el buen vecino pueda llevar adelante una carrera de servicio público a su comunidad, sin que deba por eso someterse a la obsecuente militancia que exigen todos los partidos políticos. Y es preciso, al mismo tiempo, que el ciudadano elegido deba ratificar su representatividad entre sus vecinos, en caso de pretender postularse para un nuevo término. Sólo así puede garantizarse que el político no escape al control de los que, en su pueblo y en su provincia, le permitieron arrancar. De lo contrario, va a continuar este desfile de tinturas, pelucas y vestidos organizados por la dictadura de los “asesores de imagen”, que hoy dirigen a estos políticos profesionales. Porque de lo que se trata es de terminar con esta profesionalización de la política, que hace una real casta de un conjunto de gente que asocia y acomoda entre sí (aunque parezcan enfrentados), porque serían incapaces de sobrevivir con su propio trabajo y tienen que vivir de los otros. Eso no requiere de una reforma constitucional; apenas de la adecuación honesta de una Ley Electoral que permita la postulación ascendente, desde los partidos, pero también desde otras organizaciones sociales, de quienes estén dispuestos a servir. Sin esta representación genuina vamos hacia la decadencia, porque los políticos profesionales, de todos los colores, van a coincidir en asociarse con cualquiera de adentro o de afuera, con tal de sobrevivir en medio de las ruinas.

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Raúl Arizmendi

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VIAJAR DESDE EL SUR DE TUCUMÁN

Para viajar desde el sur tucumano a la capital, desde este año las posibilidades son menos y los costos mayores. En Monteros, Acheral, Famaillá, etcétera, diariamente se observan usuarios que no pueden ingresar a los colectivos porque vienen repletos. Encima, ahora, las empresas Exprebus y TESA redujeron frecuencias de servicios. ¡Lo permitieron desde la Secretaría de Transporte! Luego, la Legislatura posibilitó que aumenten el valor del pasaje, mientras disponen de una menor cantidad de servicios. Resultado: usuarios viajando parados y gastando más. Otros, que al intentar subir quedan mirando de fuera ante la ausencia de un lugar. Tucumán, el sur en particular, experimentó un dantesco retroceso en cuanto a transporte público de pasajeros. Se actúa muy lejos de las premisas mundiales en esta materia, las que, sabemos, propenden a concientizar en la población un uso mayor de los servicios públicos de transporte, desalentando el automóvil particular para los traslados diarios. Muchas razones se argumentan para esa conclusión, pero las categóricas son dos: económicas y sustentabilidad. El transporte público termina siendo un gran aliado para el cuidado del ambiente. Pero además, se visibiliza un tercer factor, pues es un medio idóneo para integrar ciudadanos en espacios públicos sin barreras. Las autoridades de transporte de la provincia, aunque viajen en autos estatales, deben solucionar este problema que afecta a una inmensa mayoría. Si no me creen, los invito a viajar en los servicios de las empresas de colectivos que deben controlar y regular. Quizás antes, alguna vez, estos funcionarios estaban entre los usuarios.

Gustavo Gimena

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INGENIO LASTENIA

Muy buena la nota sobre el estudio de las huellas del siglo XIX a través de investigaciones arqueológicas de un ingenio azucarero, aparecida en la edición del 27 del corriente. El propósito de esta carta también es la de señalar que el ingenio Lastenia no fue fundado por don Baltazar Aguirre. Éste, si bien en sociedad con el general Justo J. de Urquiza y con maquinaria que hizo traer desde Inglaterra, fundó un ingenio en la zona de Floresta, entre las calles San Lorenzo, Las Piedras, avenida Colón y Baltazar Aguirre. El ingenio Lastenia fue fundado en 1847 por don Evaristo Etchecopar, y cuyo nombre se debe a su esposa doña Lastenia Molina. Luego, fue vendido en 1888 a don Claudio Chavanne y posteriormente, en 1895, fue incluido en la Compañía Azucarera Argentina. Aún así, considero de muy buen criterio el que se inaugure luego un museo, a lo que agregaría que se constituya un Centro Cultural, histórico y folclórico y forme parte de la ruta del azúcar. Con ello, integraríamos la historia de todos los intervinientes en nuestra industria madre. Y de justicia, tal como lo dice la nota mencionada, que se estudien los lugares adyacentes al establecimiento fabril, como ser hospital, centro deportivo, natatorio, viviendas familiares para los peones, obreros de surco y de la fábrica, de los empleados y personal jerárquico, capilla, tambos, escuela, bibliotecas, centros sociales, etcétera. Y de allí surgirá lo que era la asistencia hospitalaria, odontológica, el suministro de medicamentos, las casas, el fomento del deporte, la distribución de leche, pensión al anciano y al trabajador incapacitado, las cesiones de tierras para la diversificación de cultivos; sólo para mencionar lo que fue la industria azucarera. Aplaudo esta iniciativa, porque seguramente la tesis final sobre estas huellas del siglo XIX nos hablará y “recuperará la vida cotidiana azucarera de entre las ruinas de un ingenio”, tal lo titula la nota periodística.

Justino Terán

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CALENDARIO ESCOLAR

“Los días de clases son sagrados. No es lo mismo un día más que un día menos en Educación”. Cantidad no es sinónimo de educación. Los procesos educativos son más complejos. “Tenemos una ley (que establece el cumplimiento de 180 días de clases) que hemos venido acatando sistemáticamente en los dos últimos años y este esperamos seguir en ese camino”. Una ley, en ciertas circunstancias, puede ser una formalidad. La educación es un acuerdo de iguales. Enterada, la docencia, de un nuevo y reiterado mal acuerdo salarial. Protagonizado por la dirigencia gremial docente. Se adelantaba, paralelamente, el ciclo lectivo. Una jornada de “formación situada”. Previsto, por calendario, el comienzo, para el 5 de marzo. Ctera disponía paro de 48 horas. Ni lo uno ni lo otro. Realidad y formalidad. “Esto lo hicimos por los chicos”. “Para facilitar la ambientación de los chicos en la escuela”. El período de diagnóstico lo prevé. El inicio real se postergaba. Largas filas de padres esperando inscribir a sus hijos. No lo habían hecho en febrero. Distintos motivos. Documentación incompleta. Alumnos sin seguro escolar. Realización del acto de “bienvenida”. Ubicación en los cursos. Listados incompletos de alumnos. Libres y quedados de curso por un lugar en la escuela. Sin sillas y mesas. Nomadismo escolar. La búsqueda de una inscripción. La jornada, por maestros, profesores, preceptores, secretarios, bibliotecarios y auxiliares, se cumplía. “Un inicio de clases y sin conflicto”. El conflicto, cerrado en la formalidad de un acuerdo, es no llegar a fin de mes. Trasporte, con sueldo desfasado, caro. Influyendo, puertas adentro, en las escuelas. Los síntomas se preveían en los comedores de verano. “A las familias quiero transmitirles certidumbre: que sus hijos comienzan hoy las clases y terminan en diciembre”. La “certidumbre” de los padres, con sus ingresos, en situación similar a la docencia. Otro ingrediente. La no mesa de marzo. Las escuelas y sus procesos educativos, en el último período, se habían asimilado a esta instancia. Un cambio abrupto. Las contempladas reuniones de personal docente lo abordaban a “modo” balance. Provisional. Cinco, seis y siete materias ¿El programa de la materia o determinados temas? Ejes del debate. Necesidad de una orientación pedagógica real ¿Un salida intermedia? ¿Abordar, en las mesas, determinados puntos con la condición de un desarrollo? La situación del examinador y del examinado. “Debemos enseñar el valor del esfuerzo que tendrá su recompensa”. Los alumnos estudian y se esfuerzan. Lo hacen viniendo a la escuela. Respetan la jornada escolar. Tienen expectativas. La escuela brinda herramientas. Ocupada en tareas que no son propias (comedor, instalaciones derruidas, etcétera). La supresión de una mesa, como un acto escolar o la enseñanza de un contenido determinado, requiere preparación, tiempo y adecuación. Para contemplar al “bien superior”.

Pedro Pablo Verasaluse


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