Están los que ya no son, los que quieren ser y los que posiblemente serán. La conjugación del verbo se hizo carne entre los dirigentes del variopinto Cambiemos local.
El diputado nacional Facundo Garretón sorpresivamente convocó a los principales referentes del armado opositor. El “niño mimado” del PRO habla directamente con los que se sientan en la mesa chica macrista. Tomó nota de que la pelea en Tucumán iba a terminar con sangre en el río y logró lo que ningún otro dirigente de su espacio: que todos se sienten en la misma mesa.
José Manuel Cano fue el primero que llegó a la cena, detrás del anfitrión. Lo siguieron Roberto Sánchez y Sebastián Salazar. Silvia Elías de Pérez llegó junto a Mariano Campero, mientras que Domingo Amaya lo hizo apenas unos minutos después. Bastante más tarde se sumó a la mesa Germán Alfaro y Beatriz Ávila.
El diputado tomó la palabra. Relató todo lo que hizo desde 2007 para construir una oposición y habló de lo difícil que era serlo en la provincia. Algunos de los presentes afirman que habría pedido que se definan cuanto antes las candidaturas del año próximo, lo que habría sido desestimado por el resto de los comensales.
También habría mencionado la necesidad de que se coordinen las acciones y las gestiones en Buenos Aires. De respuesta obtuvo miradas al cielo y la certeza de que Cano intenta cercar la Casa Rosada. Ya no es el único que tiene la llave para ingresar a esos despachos.
También se habló de Adolfo Prat-Gay. “Si quiere ser, que se sume a la mesa. Que venga y trabaje porque Tucumán no es Buenos Aires”, lanzaron palabras más, palabras menos.
Mal que le pese, al ex ministro le abrieron la puerta para que juegue en Tucumán. El mismísimo presidente Mauricio Macri le habría dicho que venga y vea, aunque sin prometerle ni el oro ni el moro. Marcos Peña lo detesta y enarbola la bandera canista cuando se habla de candidaturas para 2019 en estos lares. Sin embargo, quienes lo frecuentan afirman que ya lo defiende cada vez menos. El PRO habría sido claro en que el diputado radical ya quedó en el pasado.
A todo esto se sumó Elías de Pérez, que si bien no habría sido muy verborrágica, ya había dado mensajes de que no se pone un techo para el año próximo. En su entorno afirman que funcionarios de la Nación, dirigentes del PRO y de la UCR nacional la alentaron a que lance su artillería para ver cómo y dónde quedaba posicionada. Ya comenzó con su carrera y no se acobarda para luchar por el primer puesto.
Amaya sorprendió a los presentes con lo que algunos calificaron como “sincericidio”: dijo que él fue el que más perdió con las elecciones de 2015, que quedó en un lugar poco favorable, que ninguno de sus “aliados” cobijó a su gente y que si no fuera por Rogelio Frigerio hoy estaría entre La Pampa y la vía. “Hasta debo aguantar que en la calle me griten traidor”, habría dicho.
Alfaro, Campero y Salazar casi no hablaron. El intendente de la capital sí advirtió que esa sería la primera de varias reuniones para limar asperezas y armar una estrategia conjunta. ¿Se repetirá?
Como en Catamarca
Entre expresiones de anhelo, desconfianzas y buenas intenciones, la cena de Garretón sirvió principalmente para atragantar a los golosos que no están dispuestos a compartir la torta. Según trascendió, en Tucumán podría pasar lo que en Catamarca: que el Gobierno nacional habilite internas y descarte la estrategia de 2015 del candidato único.
Por eso tanto nerviosismo alrededor de la mesa, porque la teoría de Jaime Durán Barba será la rectora. No se descarta a nadie y el que mida bien en las encuestas será el postulante mayor.
En medio de ese desconcierto que genera la conjugación del verbo ser, en la UCR muchos cuestionan a Cano, pero nadie se atreve a decirle que ya no es el exclusivo que supo ser, mientras que en la pata peronista Amaya busca cómo lesionar a Alfaro y viceversa.
Poca conjugación del verbo cambiar.