Mientras J.A. relataba ante la fiscala Adriana Giannoni su versión de lo ocurrido en la madrugada de ayer en la zona de El Bajo, donde un amigo suyo de 11 años fue asesinado de un tiro en la cabeza, su abuela, M.S., contó parte de su historia.
“Todo esto depende de la madre. Mi hijo no lo cuidaba, porque están separados. O sea que fue insostenible por culpa de la madre, porque ella jamás se preocupó”, aseguró. La mujer contó que el muchacho tuvo problemas de conducta desde pequeño y que eso acarreó problemas familiares. Su madre, según confiaron fuentes judiciales, proviene de una familia que tiene antecedentes por cometer escruches en diferentes ciudades de la provincia.
“El chico, a los nueve años ya era destrozón; su padre le pegó un varillazo, indicado por mí. Estuvo detenido y le quitaron la patria potestad porque lo denunciaron”, dijo.
La abuela agregó que todas esas situaciones hicieron que el chico abandonara la escuela y comenzara a pasar mucho tiempo fuera de su casa. “Actualmente, mi nieto no sabe leer ni escribir. Al chico le gusta la calle y yo no pude criarlo por eso”, contó. Afirmó que incluso llegó a temer que la relación entre su hijo y su nieto tuviera un desenlace fatal.
Liberaron a los dos policías acusados por la muerte del chico de 11 años en El Bajo
“Mi hijo me dijo que él lo iba a criar; yo le recomendé que no lo hiciera, porque alguno iba a terminar matando a otro cuando tuvieran alguna pelea”, señaló.
También recordó una particular escena que se produjo cuando el muchacho fue llevado a los tribunales penales durante las averiguaciones por el asesinato de un policía en Villa Mariano Moreno.El chico estaba alojado en el instituto Roca y por esos días fue presentado en la Defensoría de Menores de avenida Sarmiento.
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“Le recriminé muy fuerte y también lo agredí por lo que había pasado. Después contó que los responsables eran dos mayores”, señaló. Aquel fue un día clave para el futuro del adolescente. Había estado recluido en una institución de menores. En esa jornada se decidió que fuera entregado a sus familiares, ya que por su edad, la ley impedía que permaneciera encerrado. Por el mismo motivo, tampoco tuvo que rendir cuentas ante la Justicia por el crimen del agente.
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Pese a su corta edad, el adolescente ya había sido detenido en varias oportunidades, acusado de cometer robos.
“Metíamos un caño cada rato. Salíamos y a veces conseguíamos hasta $20.000 por día”, había dicho aquella vez, según fuentes policiales.