El testimonio de César Soto, uno de los más esperados en el juicio que se impulsa por Paulina Lebbos, genera muchas dudas en la sala. El ex novio de la estudiante de Ciencias de la Comunicación dudó mucho ante el tribunal, se confundió varias y contó otras versiones de cómo fue el último día que vio a Paulina.
Los 14 puntos clave que marcan el juicio del caso Lebbos
"Haga memoria, son muchas las contradicciones. Última advertencia", le dijeron los magistrados a Soto luego de numerosos errores en sus dichos, al tiempo que le recordaron que se encontraba bajo juramento. En su defensa, el ex novio de Paulina aseguró que se encuentra muy nervioso y que por eso no se acuerda de nada.
Ante los jueces, Soto contó por qué no se sorprendió cuando su ex pareja desapareció. Además, declaró que no había habido hechos de violencia durante la relación; sin embargo, en la etapa de instrucción había dicho que sí.
La semana pasada, los padres de César Soto revelaron dos elementos clave. La madre desmintió que su hijo sea miembro de la barra brava de Atlético, pero sí aseguró que como letrista (profesión que no se le conocía) pintaba pasacalles, paredes y banderas para La Inimitable, actividad que no cualquier simpatizante común realiza. La mujer también reconoció que su hijo tenía problemas de adicción y su padre ubicó los lugares de Villa 9 de Julio donde lo iba a buscar para que dejara de consumir. En esa zona vivirían varios integrantes de la barra brava.
Soto estaba en pareja con Paulina, con quien tuvo una hija. Se habían conocido en la escuela Comercio, donde iniciaron una relación sentimental. Según la versión de Virginia Mercado, Paulina se dirigió al departamento de Soto en un remisse bordó luego de haberla dejado a ella en calle La Rioja al 400, después de que se retiraron del boliche Gitana, en el ex Abasto, en la madrugada del 26 de febrero de 2006.
La pista narco
La semana pasada, Magdalena Karina Cruz, empleada doméstica de El Siambón, aportó el dato más importante en los 12 años del caso. Con el teléfono celular que estaba a su nombre, según la investigación que desarrolló la Justicia Federal, se mantuvo una conversación con un importante narcotraficante a nivel regional.
En el juicio, la mujer declaró que ese teléfono había sido adquirido y puesto a su nombre por su empleadora, Macarena Bordato, la mujer que se hizo conocida a nivel nacional en 2016 por el escándalo que protagonizó en el aeropuerto Benjamín Matienzo. También confirmó que fue su jefa la que le consiguió un abogado para que se presentara en los tribunales federales cuando fue citada por la comunicación telefónica con el narco.
Bordato, en una conversación telefónica que mantuvo desde Buenos Aires con LA GACETA, reconoció ser empleadora de Cruz, pero dijo que nunca cruzó palabra con ella y que tampoco usó esa línea de celular. Negó conocer a Virginia Mercado, ni a su hermana Jimena, ni a Gisela Rennis, José Luis Gómez (padre de Roberto Gómez, el único imputado por el crimen de la joven) y Walter “Chichilo” Acevedo (uno de los líderes de La Inimitable, la barra brava de Atlético).