Superado por su rival durante 70 minutos, incluso por momentos asfixiado, especialmente en el segundo tiempo, Atlético debió haber perdido por uno o dos goles. Pero si se llevó un punto que le permite mantener la media inglesa de 2018, ganar de local y empatar de visitante, es porque el “Decano” demostró que tiene una de las cualidades que hacen grandes, o muy respetables, a los equipos: que son capaces de no perder aun cuando no tuvieron el control del partido. Como dirían en la tribuna, a Atlético le sobra aguante.
Aunque en un chasquido de dedos casi se lleva el triunfo, y estuvo a 12 minutos de conseguirlo, Atlético remó en un mar de dulce de leche toda la tarde. Igual llegó a destino. Ese poder de supervivencia, lo que los psicólogos llaman resiliencia, quedó claro desde el primer tiempo, cuando Argentinos tuvo la pelota, el campo y las situaciones, y sin embargo Atlético se fue al descanso 2-1.
Todo parecía estar mal desde el comienzo. En desventaja tras el cabezazo de Gastón Bojanich, tambaleando, con dos centrales que habían dejado su solidez en Tucumán más dos laterales desbordados, y con Augusto Batalla como figura para remendar las chambonadas de sus compañeros, Atlético sin embargo revivió de repente, como esos boxeadores que aciertan un golpe cuando están a punto de quedar nocaut.
La clave es que los cuatro de arriba, Favio Álvarez, David Barbona, Luis Rodríguez y Javier Toledo (ya se ganó el puesto), son una envidia para toda la Superliga: son capaces de venderle hielo a un esquimal. Aprovechando su primera jugada, a una excelente conducción de Barbona le siguió un gran pase de Álvarez y el 1-1 de Toledo.
Entonces Atlético comenzó a ajustar las tuercas de un auto que perdía aceite y Rodrigo Aliendro ganó presencia en el medio, pero si aún así Argentinos siguió teniendo las más claras, como un gol bien anulado, aunque por centímetros, por la jueza asistente Gisella Rosso. Hasta que ya en el descuento, fiel a su versión de equipo que convierte las malas en buenas por arte de magia, llegó el gol de Luis Rodríguez y el 2 a 1.
Descolocado por la injusticia en el resultado y por un arbitraje que lo perjudicó (hubo un penal no cobrado de Jonathan Cabral), Argentinos jugó con furia el segundo tiempo. Ricardo Zielinski sacó Barbona y Álvarez (lesionado), y más tarde a Toledo, y Atlético apostó a sostener la ventaja. Nunca resultó: su mediocampo fue superado y la defensa no dio seguridad, en especial Nahuel Zárate, la puerta de ingreso de casi todos los ataques locales, y Rafael García, autor del gol en contra. Faltaba poco e igual Argentinos acrecentó su dominio y mereció ganar, pero Atlético es cosa seria: no pierde ni cuando juega mal.