¡Esta noche toca Vilma Palma, no podemos no ir! Decían entre risas, un grupo de cuatro amigos que rondaban los 40 años y que hacían la previa para ir a ver a ese grupo que les recuerda a su juventud; que entre copas y anécdotas disfrutan en un bar ubicado en la calle San Juan 1.102. Este era el inicio de una larga noche de baile, meneo, cumbia tradicional acompañada de variedad de bebidas y, por supuesto, mucha pachanga.
Parecían los 90. La audiencia se transportaba imaginariamente por un viaje al pasado, a esos momentos donde sonaba en los bailes el Grupo sombras, Amar azul, la Nueva Luna, Bronco -con su cumbia romántica- y el solista Daniel Agostini. Todos esos temas salían de los parlantes del boliche La Cascada (San Miguel 665).
“Esta noche, Vilma Palma e vampiros”, decía un cartel colocado en la entrada de la pista de baile, ya que esa madrugada de sábado, tocaría “El Pájaro” (Mario Gómez), junto a su banda Vilma Palma e Vampiros.
La fiesta recién comenzaba, y a pesar de que el reloj indicaba las 2, el salón principal ya estaba completo, pero eso no parecía importar a las personas que se refrescaban con champán, cerveza, un vino o fernet con coca.
De todas las edades
Una multitud de personas, desde los 18 hasta aproximadamente 70 años, llenaban las inmediaciones del lugar. Tucumanos y desde otros rincones del mundo estaban allí, esperando la salida del Pájaro.
Un grupo de adolescentes orientales que estaban en el sector VIP, parecía no entender muy bien la situación, pero se reían de los bailes y movimientos que miraban con confusión y asombro; sacaban fotos y tomaban tragos de la barra, luego un tucumano se acercó y les ofreció un vaso de fernet. “De Argentina, ¡regalo!” y los jóvenes asentían con una risa nerviosa. Como no sabían hablar español, a su manera, agradecieron el obsequio y no se volvieron a despegar de la bebida tradicional de Córdoba.
Había llegado el momento en que el locutor, que portaba un traje bordó y zapatos negros de vestir, hiciera el paso de la música romántica de los 90 a los ritmos actuales de Ozuna, Daddy Yankee y Maluma. “¿Quién vino a pasarla bien esta noche?”, dice por el micrófono y el público se enfiesta. “¡Que levanten las manos los solteros!”, ya no hay vuelta atrás, el perreo y el meneo se apoderan de los cuerpos que hay en la pista.
Después de largas horas de baile, llega el momento de presentar a la banda del “Pájaro”, que por primera vez actuarían en La Cascada, para festejar los 19 años de este boliche. Pero su presentación se hace esperar.
“Está noche una gran banda Vilma Palma e vampiros, las manitos bien arriba, y suena...”. Desde los parlantes a todo volumen se escuchan las primeras estrofas del tema más famoso de la banda rosarina: Pasame más tinto se vino la pachanga// dale pelado no pares nunca más.
La multitud levanta sus celulares, se empuja y amontonan para poder estar lo más cerca posible de su ídolo, cuando salga en escena.
El glamour de los vestidos y joyas de las mujeres, los trajes y camisetas acompañados de zapatillas de los muchachos, hacen que la noche tenga toda la magia y el brillo necesario, para que más de uno se vaya acompañado.
En el escenario
Cerca del amanecer, y cuando ya faltaba poco para finalizar el baile, “El Pájaro” y su grupo, sube al escenario. Se presenta ante una multitud que rondaba las 1.000 personas, no hay lugar vacío en la pista principal y el calor de los cuerpos pasa a un segundo plano.
Saludando y estirando sus brazos para que la gente lo toque, Mario Gómez comienza a cantar sus primeros temas. En homenaje al mes de los enamorados, empieza su show con la canción “Verano traidor”, del álbum “3.980”, su segundo disco lanzado en 1993. Ya nadie baila, todos graban el espectáculo de Vilma Palma e Vampiros; como cual ritual, todos callados escuchan al “Pájaro”, que se acerca al público subiéndose a las barandas del escenario, y las personas lo agarran de los pantalones, la camiseta, le piden fotos; él responde saludando y tirando besos a toda la audiencia. Todo un show, que duraría aproximadamente media hora.
“Hay personas grandes y más chicas; qué lindo verlos a todos reunidos”, le dice el cantante al público; ellos le tiran a sus pies banderas y remeras. Diferentes reacciones producían sus temas: alegría, lágrimas de emoción, abrazos de amigos que recordaban su juventud, cuando Vilma Palma tocaba sus clásicos: “Me vuelvo loco por vos”; “Fondo Profundo” “Otra canción de amor”; “Travestis”; “Te quiero tanto”.
Son casi las 6, pero parece que nadie tiene en cuenta la hora. El público baila, salta, y canta a coro unos de los himnos de la banda de los 90, “La pachanga”. Así finaliza el show, y como dice la canción: los chicos se quejan si la noche no es larga// las chicas se dejan si el tinto se acabó.
El espectáculo termina y afuera de La Cascada, los tradicionales puestos de choripán y milanesa, no podían faltar. Los hombres invitan a su pareja a disfrutar de un sándwich; las damas, con sus vestidos cortos, pulseras y collares con brillo aceptan la invitación. Ya no es de noche, pero para todos los que habían asistido, el día recién terminaba.