“La mujer posee características que la hacen valiosa en ciencia, como la inquietud, el cuestionamiento, la meticulosidad, la curiosidad, y hasta la insatisfacción. He llegado a darme cuenta de que hasta esta situación puede generar grandes logros”, afirma Julia Fariña, bioquímica y directora del Laboratorio de Microdiversidad y Microprospección de la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (Proimi) del Conicet.
Añade: “La mujer lleva consigo la capacidad de engendrar, la creatividad, y eso en ciencia puede traducirse en nuevas ideas y en propuestas innovadoras. También me parece necesario el balance de géneros, como en cualquier actividad, porque eso conduce a un poderoso equilibrio”.
“La ciencia es demandante (como los hijos) suele atraparnos demasiado (a todos sin distinción de género… pero las mujeres… somos muy apasionadas en todo). Y una mujer tiene muchas funciones, generalmente, sobre todo si eso se combina con ser esposa o mamá o comandar un hogar. Allí se hace difícil equilibrar horarios, balancear cargas, etcétera. En este sentido sería bueno establecer estrategias laborales que premien su dedicación o que, como sucede en convocatorias externas, hagan pública su preferencia por mujeres o por estimular su carrera científica preservando la vida familiar”, opina.
“A mí la ciencia me aportó y me aporta muchas cosas, pero sobre todo, me mantuvo viva en los momentos más difíciles de mi vida”, concluye.
MARIE CURIE.- Dedicó su vida entera a la radioactividad, siendo la máxima pionera en este ámbito. Nació en 1867 y murió en 1934. Fue la primera en conseguir dos premios Nobel, en Física y en Química. Sin embargo, en 1911 rechazaron su ingreso en la prestigiosa Academia Francesa de las Ciencias, el mismo año en que obtuvo su segundo Nobel. Su legado y sus conocimientos en física y química impulsaron grandes avances para la humanidad.
Esther Lederberg.- Fue una microbióloga estadounidense, que condujo investigaciones pioneras en el campo de la genética. Desarrolló técnicas básicas que se perfeccionaron más tarde y contribuyeron al entendimiento de cómo funcionan los genes. Su trabajo ayudó a su marido, Joshua, a ganar un premio Nobel en 1958. Sin embargo, nadie la mencionó a ella.
Rosalind Franklin- La biofísica británica Rosalind Franklin fue una pionera en cristalografía de rayos x. Su imagen de una molécula de ADN resultó crítica para descifrar su estructura, uno de los avances científicos más importantes del siglo XX. Pero fueron James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins quienes recibieron en 1962 (cuatro años después que ella muriera) el Premio Nobel en Fisiología o Medicina por su trabajo.
¿Cómo acercarlas a la ciencia?
Difundir la historia y las biografías de mujeres inspiradoras, que se destacan o destacaron en la ciencia.
Que además de licencia por maternidad las mujeres que son madres puedan disponer de más tiempo para presentar sus informes obligatorios anuales.
Ampliar la edad límite de aplicación a la beca doctoral (El Conicet la amplió de 30 a 32 años, y posdoctoral, de 32 a 35 años).
Que haya baby-cares (cuidadores) en reuniones científicas para favorecer la participación de investigadores/as con hijos.
Que en los niveles superiores de investigadores se vean a mujeres en puestos de decisión, y que también se visibilice que tienen su familia y sus hijos.
Los prejuicios -explícitos e implícitos- son una causa importante de la sub-representación de las mujeres en las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Hay que asentar la confianza de las niñas en estas materias desde la primaria.