En el verano de 2014, San Pedro de Colalao fue escenario de un drama: tres adolescentes de 14 años que circulaban en un cuatriciclo chocaron contra la columna de la galería de una casa, volcaron y una joven murió. El penoso hecho puso en nuevamente en el centro de la escena la falta de control de estos ciclomotores. Presionada por esta trágica circunstancia, luego de una mora de seis años, la Legislatura provincial sancionó una ley de regulación de los cuatriciclos. Hace poco más de dos semanas, el Gobierno nacional reglamentó el empleo de estos rodados a través de un megadecreto presidencial; se establecía la obligación de patentamiento y el uso de casco, así como una licencia especial y la verificación técnica vehicular (VTV).
Al parecer la noticia murió en la indiferencia de los tucumanos propietarios de estos rodados, como en las autoridades. Hace unos días, se viralizó por las redes sociales una imagen de un cuatriciclo de alta cilindrada, que circulaba por la ruta provincial 307, con más de 10 chicos a bordo; estos vehículos han sido declarados de máxima peligrosidad por el Centro de Experimentación y Seguridad Vial. El sábado pasado, una recorrida de los periodistas de LA GACETA por Tafí del Valle permitió ratificar que estos ciclomotores circulaban con total libertad, transgrediendo todas las normas de tránsito, y que ninguna autoridad se ocupaba de controlarlos. Desde el microcentro de Tafí del Valle, pasando por los barrios, hasta la ruta que une esa localidad con El Mollar y que se extiende, hacia el norte, rumbo al Infiernillo, las infracciones se repitieron: conductores y acompañantes sin casco y sin la protección ocular que indica la normativa; grupos de tres, cuatro o cinco personas a bordo y falta de chapa patente. Las calles adyacentes al Club de Veraneantes, en especial las que llevan a la terminal, son las preferidas para pisar el acelerador con entusiasmo y la elegido por los más intrépidos para las maniobras osadas es la zona de El Churqui.
En la tapa de nuestra edición dominical, publicamos una foto del centro de Tafí del Valle donde se visualiza a dos personas montadas en un cuatriciclo, que circulan sin casco ni protección ocular, frente a un inspector municipal que los está observando sin inmutarse. Tras la publicación, la Policía anunció el secuestro de 12 rodados de este tipo en diferentes puntos turísticos de la provincia que eran piloteados por menores. El subdirector de la Policía de Seguridad Vial responsabilizó a los padres de esta situación.
Pareciera una costumbre que la autoridad reacciona cuando las transgresiones masivas toman estado público o provocan una tragedia. La falta de prevención es una de las grandes falencias tucumanas. Se sabe desde hace varios años que los cuatriciclos circulan por las villas turísticas infringiendo todas las reglas. En diciembre se debería ya advertir de que los controles serán rigurosos, especialmente durante el verano. Lo inexplicable es que la ley N° 8.694, promulgada el 11 de julio de 2014, cuya reglamentación no fue difundida (y en ese caso no estaría vigente), sólo establece el secuestro preventivo del vehículo en infracción, pero ninguna sanción económica o de otro tipo, como tampoco hay una obligatoriedad de los municipios a adherirse a la norma. La realidad que se repite todos los años pone en evidencia que no se educa como corresponde a quienes aspiran a conducir cualquier vehículo y que tampoco la autoridad aplica la ley como se debe. Muy difícil será entonces erradicar la transgresión vial.