Las baldosas dibujadas con pañuelos blancos, el símbolo más reconocido de las Madres de Plaza de Mayo en Argentina y el mundo, fueron levantadas y entregadas a las dirigentes de la organización defensora de los derechos humanos como parte de una reforma arquitectónica en el histórico predio de Buenos Aires.
La Plaza de Mayo, inaugurada hace más de 430 años y situada frente a la Casa de Gobierno, se encuentra desde noviembre pasado afectada por los trabajos de remodelación que encaró el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las obras planteadas tienen como objetivo aumentar el espacio de las aceras y los senderos internos de la plaza, la más antigua de la capital del país. Para eso, el predio ganará algunos metros sobre las avenidas circundantes.
Además, contará con más espacio verde frente a la Casa Rosada. Al finalizar los trabajos, la plaza, tradicional lugar de concentración para festejar o protestar, aumentará en 730 metros cuadrados.
Las obras llegaron en los últimos días al centro de la plaza, donde se erige la Pirámide de Mayo, un monumento construido en 1811 para celebrar el primer aniversario de la Revolución de Mayo.
Alrededor del monumento comenzaron el 30 de abril de 1977 las rondas de las Madres de Plaza de Mayo para reclamar a la dictadura militar encabezada por el dictador Jorge Rafael Videla por la aparición de sus hijos secuestrados y, en la mayoría de ellos, asesinados y desaparecidos.
El grupo de mujeres que comenzó a caminar alrededor de la Pirámide de Mayo que se identificó con un pañuelo blanco en la cabeza, que en las primeras rondas eran, en muchos casos, los pañales de tela que sus hijos e hijas habían usado cuando eran bebés.
El pañuelo blanco se convirtió en un emblema de la resistencia a la dictadura de aquel entonces y la defensa de los derechos humanos a nivel nacional e internacional.
Como reconocimiento a la lucha de las Madres de Plaza de Mayo fueron dibujados años atrás los pañuelos sobre las baldosas que pisaron las primeras mujeres en busca de sus hijos desaparecidos.
Allí se presentó el lunes Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, para pedir la preservación de las baldosas, que son consideradas por ley desde 2005 Sitio de Interés Histórico de la ciudad de Buenos Aires.
“Ante la decisión unilateral del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de alterar la histórica Plaza, la Asociación Madres de Plaza de Mayo exigió la entrega de las baldosas que contienen los pañuelos blancos pintados a mano por el Pueblo”, expresó Bonafini.
Así, las baldosas fueron levantadas y colocadas en placas de madera para ser donadas a los dos grupos en los que se dividen las Madres de Plaza de Mayo desde 1986: la Asociación que lidera Bonafini y la Línea Fundadora, que tiene como referente a Nora Cortiñas.
Ayer, los organismos de derechos humanos expresaron su preocupación ante la posibilidad de que las obras de remodelación en la Plaza de Mayo no estén finalizadas para el 24 de marzo, cuando se realizará, como todos los años, una manifestación en recuerdo de las miles de personas asesinadas y desaparecidas por la última dictadura militar. Ocurre que en la actualidad, la Plaza se encuentra vallada en gran parte de su superficie por los trabajos que se realizan allí.
Las obras demandarán una inversión de $ 43,8 millones. Organizaciones de la sociedad civil como Basta de Demoler objetaron la obra y anunciaron la presentación de un amparo. Cuestionan que la reforma de un espacio declarado monumento histórico ni siquiera pasó por la Legislatura de la Ciudad. (DPA/Especial)