Las cinco historias de "santos" populares que esconden las tumbas del Cementerio del Norte
Las tumbas del Cementerio del Norte esconden historias trágicas. El sereno Antonio Rivadeneira camina todos los días entre ellas y es testigo de que miles de personas se acercan para pedirles milagros. Son cinco los "santos" populares que se pueden conocer cuando se abren las puertas del predio de avenida Juan B. Justo al 2.000:
1. Andrés Bazán Frías
Murió en el año 1923. Andrés Bazán Frías fue acribillado por la Policía. Él trabajaba de mozo de un bar y en una pelea cometió un asesinato, por lo que hasta le dedicaron un tema musical. Según los comentarios de aquellos años, les robaba a los ricos para darles todo a los pobres, al estilo Robin Hood, siempre al margen de la ley.
LA GACETA/FOTOS DE MATÍAS QUINTANA
"Era un ladrón que se iba escapando de la Policía. Cuando quiso saltar la tapia del Cementerio del Oeste, lo bajaron a tiros", comenta Rivadeneira. En la tumba de Bazán Frías hay flores, placas de agradecimiento, rosarios y una cruz. La gente que lo quería le deja siempre una flor roja a la par de su retrato y también monedas, que era lo que él robaba. "Viene gente de todos lados a pedirles favores, que los ayude. Hasta de Buenos Aires vienen aquí", relata el sereno.
2. La Brasilera
Quizás jamás quedarán claras las circunstancias de su muerte, pero semana a semana la tumba de la prostituta más famosa de una época lejana (principios del siglo XX) recibe visitas de personas que llegan a pedirles favores. Algunos aseguran que murió cuando sus ropas ardieron con el fuego de una vela; otros creen que murió ahogada en una inundación en el subsuelo de la iglesia de San Roque.
Rivadeneira se queda con la primera versión: "ella lavaba ropa de los mecánicos, que tenían combustible en su habitación. Ella guardaba las prendas en su habitación. Se quedó dormida en la cama con un cigarrillo encendido y eso hizo que muriera calcinada". Son comunes las visitas de prostitutas y travestis que van al lugar a rezarle. En su tumba hay una imagen de la Virgen con la cabeza rota y un montón de botellas de bebidas alcohólicas.
3. El policía
Alberto Félix Soria, cadete del Escuadrón de Seguridad, falleció trágicamente el 19 de julio de 1927 por un tiro en la espalda mientras estaba de servicio. "Él estaba en servicio y lo mataron. Cuando su pareja se enteró se cortó las venas y falleció", cuenta "Riva". Se dice que Soria era muy buena persona, que trabajaba siempre pensando en la comunidad.
La desgarradora historia de amor también tiene otra versión. Se dice que la madre del agente reveló que su novia falleció de un infarto, desnuda. Por eso, al lado de su tumba hay una estatua de esa mujer, con una bandera que cubre su cuerpo. Los policías que concurren al lugar pasan por la tumba de Soria para pedirle protección en sus trabajos.
4. Los hermanitos Lucas
"Ellos fallecieron carbonizados", recuerda Rivadeneira con un gesto de tristeza. El padre habría mandado a los pequeños a comprar vino durante una tormenta. Un rayo los habría alcanzado. Fue el día de San Lucas de 1943, por eso se los conoce como "Los hermanitos Lucas".
En su tumba hay dos angelitos a los que muchos tucumanos se acercan para pedirles milagros.
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5. Pedrito Hallao
Le dicen así porque lo hallaron el día de San Pedro. Cuenta la historia que, de bebé, lo encontraron agonizando, comido por animales e insectos. Fue el 29 de junio de 1948. "Estaba del otro lado de la tapia del cementerio, lo estaban comiendo las hormigas. Cuando lo trasladaron al hospital ya había muerto", comenta Rivadeneira.
Las placas y los mensajes de agradecimiento abundan en la tumba de Pedrito Hallao. La trágica muerte del pequeño lo convirtió en un "santo" popular. Los visitantes constantemente suelen dejar en su tumba chupetes y juguetes. Los estudiantes también se acercan hasta esta tumba. "Vienen lo chicos y le traen cuadernos porque es muy milagroso", concluye el sereno.