Si la carrera ya es difícil para los equipos de punta que no encuentran una regularidad, para la estructura del Neme Racing Team es aún más complicado. Por eso, Ricardo Neme tuvo en claro desde el principio que su objetivo en el Dakar 2018 no sería pelear al frente de la clasificación ni pegar el zarpazo en alguna etapa, sino completar los 8.700 kilómetros y cruzar la meta en Córdoba, sea en la posición que sea. Y aunque sea difícil resistirse a la tentación de pisar el acelerador a fondo tratando de bajar tiempos y ganar posiciones, el tucumano se mantiene firme en su libreto.
Por eso mismo, no dudó ayer en detener su marcha en pleno especial para bajarse a ayudar al accidentado Marcos López, piloto de Quads a quien conocía del Campeonato Argentino de Navegación. La solidaridad entre los pilotos es un mandamiento no escrito en el Dakar, y Neme asistió a López hasta que pudo ser atendido, con lo que perdió casi una hora. Por el retraso, terminó llegando al vivac ya de noche, al final de una jornada con pocas horas de sueño por el percance del día anterior, cuando la Toyota SW4 quedó encallada en la inmensidad del desierto peruano.
Prueba superada
La segunda fue una etapa muy difícil para el tucumano, que terminó llegando al vivac alrededor de las tres de la mañana, tras ser auxiliado por la organización. Problemas en el turbo de la camioneta y en el gato hidráulico interno que permite levantar la camioneta cuando se hunde en la arena fueron un dolor de cabeza mayúsculo, pero finalmente fueron solucionados y ayer pudo completar la tercera etapa sin mayores inconvenientes. “Por momentos pensé en no seguir, pero finalmente nos apoyamos entre todos y decidimos continuar”, confesó Neme.
Si bien optó por no arriesgar de más, el buen ritmo que mantuvo en el camino hacia San Juan de Marcona le permitió recuperar casi una quincena de puestos en la clasificación.