Cuando recibió el título universitario de bioquímica, casi todo el mundo le preguntaba dónde iba instalar su laboratorio de análisis clínicos. Sin embargo, Graciela Font respondía que no iba a poner ningún laboratorio. En aquel tiempo, la gente le decía para qué había estudiado bioquímica si no iba a instalar un laboratorio. “A mí me atraía la idea de seguir el camino de la investigación”, resalta.
Corría el año 1976 cuando se abrió una puerta para trabajar junto a los expertos Guillermo Oliver y Aída Pesce de Ruiz Holgado. Ambos estaban a punto de concretar el proyecto de creación del Centro de Referencia para Lactobacilos (Cerela). La citaron para una entrevista. Font había sido alumna de Oliver y de Holgado, de manera que alguna referencia tenían sobre sus conocimientos. Así comenzó su carrera en el Cerela desde el momento de su fundación. “En el 76 se creó el Cerela y fui la primera becaria del Conicet en esta institución, por eso la amo tanto”, resalta.
Ahora, 41 años después, la doctora Font recibió el premio “Jorge Sábato”. Se trata de una distinción especial que se entrega a quienes han ponderado la transferencia y el desarrollo tecnológico con impacto económico-productivo en sectores críticos para el desarrollo económico social del país.
El jurado tuvo en cuenta los antecedentes científicos y tecnológicos, pero se hizo especial hincapié en los programas sociales que fueron más allá de los resultados de laboratorio. “Mi mayor logro fue contribuir a una ciencia más justa e inclusiva, que llegara a los menos favorecidos”, detalló Font. “Por eso me aboqué a partir de 2003 a un proyecto de desarrollo tecnológico con un claro objetivo social: el proyecto ‘Yogurito’, un yogur monodosis que tiene el probiótico CRL-1505, que aumenta las defensas naturales y previene infecciones intestinales y respiratorias”, agregó.
La investigadora superior del Conicet recibió el premio en una ceremonia realizada en la Casa Rosada, de la que participaron el presidente, Mauricio Macri, y el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao.
La desnutrición infantil
Entre 2001 y 2016, Font fue directora del Cerela. Como científica, obtuvo becas postdoctorales y de investigación en el Instituto de Lechería de Lodi (Italia), en el Instituto Federal de Tecnología (Suiza) y en la Universidad de Hannover (Alemania), entre otros.
En 2003, Tucumán padeció las consecuencias de la desnutrición infantil. “A partir de ahí reuní a un grupo de colegas investigadores; mi idea era que teníamos una deuda con la sociedad y quería ver de qué manera nuestros resultados podían llegar a quienes más lo necesitaban”, explicó.
El trabajo científico creció hasta que en 2008 el Gobierno tucumano firmó un convenio con el Conicet para adoptar el programa alimentario Yogurito, que beneficia a unos 200.000 escolares. En forma paralela surgieron otros productos que se sumaron a la cartera social como Chocolet, QuesoBio y Biosec, que también se aplicaron en otras jurisdicciones como Santiago del Estero, Misiones, y Entre Ríos.
“Para mí es un orgullo -dijo Font- y un honor haber recibido este premio que lleva el nombre de quien ideó el famoso triángulo de Sábato, donde cada uno de los vértices está representado por el Estado, por el sector de Ciencia y Técnica y por el sector empresario”.
Font insistió en el concepto de la ciencia como instrumento de inclusión y transformación social. “Esto debe contribuir a consolidar una cultura científica -dijo-, que contemple las necesidades del sector socio-productivo y que aporte soluciones a los problemas concretos que beneficien a la sociedad en su conjunto”.
> “A lavar los platos”
El recuerdo de la afrenta de un ministro
En 1994, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandó “a lavar los platos” a la socióloga Susana Torrado. Los científicos reaccionaron de manera inmediata y actuaron como comunidad. Consultada sobre cómo observa aquella afrenta, Font respondió: “lo veo como un despropósito; una manifestación hecha a partir de la ignorancia, de la soberbia y de no creer en lo que hacemos. Lo nuestro son inversiones a futuro, lo que se invierte hoy en ciencia y tecnología dará resultados a largo plazo, pero de alguna manera potencia el desarrollo del país”.
> Bacterias lácteas
Desde la Arqueología a la Microbiología
“En realidad yo quería ser arqueóloga, pero en ese tiempo la carrera no existía en Tucumán. Me interesaba porque había leído acerca de Jean-François Champollion y la piedra de Rosetta, a partir de la cual después se pudieron entender los jeroglíficos egipcios”, dijo Graciela Font respecto de cuando eligió estudiar bioquímica. “En casa había muchas libros y leí ‘El cazador de microbios’ y ahí supe que me gustaba la microbiología”, agregó. En el Cerela, desde 1976, trabaja en microbiología estudiando a las bacterias lácteas en sus múltiples facetas.