Siete años pasaron de la primera vez en la que Luis Rodríguez tuvo su primera “experiencia” con la Copa Argentina. No podemos decir que fue la primera que jugó porque en realidad no fue así: para el 23 de noviembre de 2011, Juan Manuel Llop decidió llevar a Salta, la sede del partido de 32vos. de final (contra Estudiantes de Caseros), un equipo alternativo. El “Pulguita” se quedó en Tucumán y ni siquiera pudo ver el primer partido del “Decano” en esa competición, porque en ese momento sólo se transmitían algunos de estos. Por radio, escuchó cómo un tal Gonzalo Garavano, su reemplazante para ese duelo, se despachaba con tres goles. Él estaba más concentrado en el torneo de la Primera B Nacional, donde peleaba por uno de los ascensos.
Varios años más tarde, el jugador, el club, los rivales y hasta la Copa es otra. Es tan diferente que tuvo al “Decano” como uno de sus finalistas y con chances serias de arrebatarle el bicampeonato a River, el enemigo de turno. No sólo la Copa Argentina tuvo que ver en esta transformación suya y en la de la institución. La Sudamericana, la Libertadores (la actual y la próxima) y la actual Superliga (el torneo de Primera que Atlético juega hace dos temporadas consecutivas) han colaborado.
“Nos ganamos el respeto de todos: los equipos de Argentina y también de afuera. Es algo que siempre buscamos: que nos respeten, que no nos subestimen y es algo que venimos haciendo bien”, reconoce el simoqueño que recordó las palabras de Ze Roberto, la gloria del fútbol brasileño recientemente retirado en Palmeiras. El jugador vino a Tucumán por la Libertadores y se deshizo en elogios, en el partido de la primera rueda y en el de la segunda, para con el público y el equipo.
Rodríguez, al igual que su equipo, es otro después de tanto tiempo. Semanas después de aquel olvidable partido en 2011, se rompería los ligamentos y estaría siete meses parado. Tras reaparecer, jamás volvió a lesionarse con seriedad; y con decenas de goles quedó a uno de un récord histórico de Juan Francisco Castro, que acumula 119.
Uno de esos goles, el último para ser más preciso, fue el que anotó en la final contra River. “Queremos seguir siendo respetados. Ir a Buenos Aires y que nadie diga ‘tenemos los tres puntos asegurados’. Que los partidos con Atlético los juegan a muerte”, reflexionó. Y vaya que el “Millonario” se lo jugó a muerte. El festejo final del plantel de River se dio con Marcelo Gallardo saltando y varios jugadores tirados en el piso. A River le había costado, y mucho, superar a Atlético.
La calidad del victimario
“Nos duele por cómo se dio el partido. Tuvimos varias chances”, dice Luis Miguel; pero no se olvida quién se las hizo pagar. “Perdimos con un grande del país y de América, que no es poco”. La calidad de sus victimarios también habla de un equipo. En un momento, los verdugos “decanos” solían ser equipos de la región NOA del Federal A. Hoy ya jugó tres veces en el año con River y cuatro con Independiente, con quien ya se vive un clima de enemigos. Todos síntomas de que la mano viene cambiada, como las declaraciones del delantero.
“Ojalá juguemos otra final pronto, para sacarnos la espina de esta”, agrega el delantero. Parece una locura sabiendo lo que tuvo que hacer el “Decano” para llegar a una final de Copa. Pero ese proceso que llevó años -si tenemos en cuenta esa primera Copa Argentina- invita a soñar. También era loco pensar que el equipo juegue otra Libertadores después de lo de este año; y en febrero comenzará su segunda participación, ahora en la fase de grupos.
Pese a que -como muchos veranos e inviernos- volvió a decir que no le vendría mal un cambio de aire, el “Pulguita” sabe que, a diferencia de hace años, está respirando uno de los más puros. Y con su contrato en vigencia intentará purificarlo aun más para lograr su récord y -como él dice- sacarse la espina de jugar una final y de poder salir campeón nacional con Atlético.