Dos son casi contemporáneos en edad. Y el otro, viene a ser el bebé de un grupo formado gracias a la suerte del azar, a un sorteo que los hizo ganadores de un viaje de ensueño, porque para ellos tres estar en Mendoza a horas de ver a Atlético jugar la gran final de la Copa Argentina contra River gratis, es eso, un sueño cumplido.
Puede que sean los primeros hinchas de Atlético en hacer el check in en la tierra del buen vino. Cristian Santucho, de 42 años, el veterano del grupo, vino con una valija enorme. Espera volver con la Copa y también con unos cuantos vinos. “Mis tíos me los pidieron, je”, reconoce el amigo mecánico, cuyo jefe se puso las pilas y le dio bandera verde. Su patrón es veneno del “deca”.
“Estoy acá porque gané un sorteo. Fui a comprar la camiseta de Atlético y después me llamaron de la casa de deportes diciéndome que había sido uno de los acreedores del sorteo de la final de la Copa Argentina. Estoy chocho”, reconoce Santucho, segundos antes de haber bajado de un ómnibus donde forjó esta relación inesperada pero súper positiva con Guido Romano, de 39, y su tocayo Cristian Rodríguez, el menor de la “banda” que ayer cumplió los 24.
Fue, de hecho, el mejor cumple de este empleado de supermercado. “Mi novia me regaló la camiseta por mi cumpleaños. Salió redondo todo, ja”, le agradece a su amor Rodríguez. Ella alentará al “Decano” desde Tucumán, pero él lo hará desde el estadio Malvinas Argentinas. “Tengo fe”, avisa.
Por la Supercopa
“Es hora de que ganemos algo grande”, pide Romano, y explica por qué su necesidad de ver al “Decano” levantando el trofeo hoy después de las 19.15, horario de comienzo de la definición con el “Millo”. “Ganamos y nos vemos en Córdoba contra Boca, por la Supercopa Argentina”, pensó.
La ilusión de Romano transciende los límites de cualquier corazón pintado de celeste y blanco. De hecho, él está casado con una colombiana. “En Colombia lo están conociendo a Atlético. En toda América nos conocen ya, bah. Por eso lograr este título sería como ponerle la frutilla del postre a un año increíble”, acepta Guido.
Los nuevos amigos se mueven en bloque. Suben a un taxi y van hasta el hotel donde los espera una pequeña recepción. Luego, el siguiente paso en el itinerario. “El premio incluye poder ver un rato a los jugadores en el hotel donde ellos se concentrará”, comenta Rodríguez con una sonrisa imposible de borrar.
El chico se subió feliz al bondi en Tucumán; durmió feliz durante el trayecto; se bajó doblemente feliz en Mendoza y seguirá así hasta el regreso. Pase lo que pase, asegura. “Qué más podemos pedir. Estamos en otra liga, en otro mundo; ni tiempo de mirar qué es lo que hace o no el primo, je”, contó.
Como que Rodríguez imaginase a un hincha de San Martín lastimado por el éxito del “Decano”, y vertiera un tarrito de sal gruesa en la herida. Eso. Va a la yugular. “Ellos en la suya, en el ascenso, nosotros en la nuestra, je, je, je”, sigue el amigo disfrutando el momento.
Dueños de las calles
Atlético ha conquistado Mendoza. Sus calles se han teñido de celeste y blanco, tanto o más que el rojiblanco, el color a vencer hoy, el color de la banda de River, dueño por excelencia de la mayor afición en esta provincia, fuera de Buenos Aires, claro. Los hinchas se miran, se relojean, todos con buena onda, sin buscar el pleito donde no lo hay. Porque así como Romano, Santucho y Rodríguez vinieron hasta acá cumpliendo un sueño, miles de fans también lo hicieron.
Hoy la Copa Argentina se pondrá a duelo entre dos mundos. Que gane el mejor. “Que gane Atlético; vamos que se puede”, casi que gritan como si ya estuvieran en la cancha los tres nuevos amigos que gracias a la fortuna y a Atlético quedaron unidos. Porque la camiseta y la sangre tira, ¿no?