Mercedes Rozental - Psicóloga, presidenta de Copidis
El Día de la Discapacidad nos permite hacernos preguntas como ¿qué conmemoramos?, ¿cuál es el objetivo?, ¿de qué queremos dar cuenta?, ¿por qué es necesario? Estas preguntas nos llevan a cuestionarnos en qué pensamos cuando hablamos de personas con discapacidad. La naturalización del modelo médico nos lleva a una equivalencia indiscutida, discapacidad es igual a déficit, a incapacidad. Este modo de conceptualizar funda una respuesta comunitaria particular, caracterizada por posicionar a las personas con discapacidad por fuera, habilitando relativizar el cumplimiento de los derechos en igualdad de condiciones con los demás.
El cambio de paradigma resulta de una multiplicidad de acciones, entre las que se encuentra romper con los estereotipos que le impiden al colectivo de personas con discapacidad formar parte de nuestra comunidad con equidad.
El modelo social nos abre un camino de implicaciones colectivas sobre los procesos de inclusión, que en la actualidad tienden a expandirse.
Debido a la mayor toma de conciencia sobre la temática, el rol protagónico de las personas con discapacidad y las experiencias positivas y concretas, los entornos se transforman, inevitablemente, de una vez y para siempre.
Una sociedad inclusiva es de y para todos, porque sienta sus bases en celebrar la diversidad. Visibilizar el “Día Internacional de las Personas con Discapacidad” nos invita cada año a hacer correr la voz de la convicción de la inclusión. Porque mientras la pretensión de lo homogéneo sea la norma, la exclusión permanecerá invisibilizada.
Así, el acto de interpelarnos en la reproducción circular de las representaciones culturales será revolucionario. Todos debemos ser agentes de transformación porque la vida de las personas es ahora. El tiempo del cambio cultural es hoy.