Clink, caja. San Martín aprovechó un regalo del veterano Guillermo Farré y el desplome posterior de Sarmiento para llevarse un 2-0 que fue agua en el desierto para un equipo sediento de victorias y que al menos provisionalmente se mete en zona del Reducido, a solo tres unidades de la cima de la B Nacional.
En la fresca noche de Junín, los goles de Gonzalo Rodríguez y de Sergio González le dieron aire a un equipo volvía a quedar en la mira al conseguir sólo dos triunfos en las nueve fechas anteriores.
Cuando terminó el discretísimo primer tiempo, poco hacía prever que San Martín cerraría con una sonrisa de oreja a oreja su visita al estadio Eva Perón.
De hecho, hasta el entretiempo la situación más clara para convertor había sido para el local: un remate en el poste de Miracco, después que Acevedo durmiera una siesta a deshora y se dejara pellizcar la pelota contra la raya de fondo por el centrodelantero.
Se salvó en esa San Martín, que hasta el último tramo de la primera etapa había tenido como mejor virtud su firmeza en el fondo y la prodigalidad de Lucas Bossio en el medio. En cambio, de tres cuartos en adelante, el “Santo” había exhibido poco y nada. Ni a García ni a Busse se le cayeron demasiadas ideas, aunque luego mejoraron. Y el ataque se mostraba anémico.
Pero el fútbol es la dinámica de lo impensado, según Panzeri. Y un grave error de Farré –aquel mismo del gol en el Monumental con la camiseta de Belgrano en el oprobioso descenso de River- en una salida fue bien aprovechado por Bieler, que vio llegar a toda velocidad y habilitó al “Turbo”, que definió con certeza.
Quedaba media hora de juego, pero ese gol caló hondo en el ánimo de Sarmiento, que casi ya no generó peligro. Y San Martín se fortaleció. Abajo respondieron todos, empezando por Arce, tapando un par de pelotas importantes. Bossio siguió siendo el patrón del medio, y Rodríguez -la figura- y González mostraron que cuando están enchufados no son puro maquillaje, verdaderamente le cambian la cara al “Santo”.
Cagna manejó bien los cambios y hasta metió un pleno. En la primera pelota que tocó el sustituto Benegas, tiró el centro justo para que el “Pampu” definiera con pragmatismo en el área chica. Ahora faltaban sólo diez minutos, y la historia estaba concluida, con final felicísimo para San Martín, como lo demuestra ese ramillete de hombres con camiseta rojiblanca que se abrazaron y saltaron todos juntos en el centro de la cancha. Merecido desahogo.