La máquina es una estructura sencilla: tiene una especie de parantes, una placa de vidrio y una pequeña pantalla. Tres ejes toman el filamento, enrollado en un carretel, y lo van extruyendo (proceso en el que se moldea un material). Luego crean una capa y otra y así va tomando forma el diseño que se hizo en la computadora. Parece sencillo, aunque impacta ver salir de una impresora la prótesis de un pie o de un brazo o de una tráquea.
La impresión 3D ha llegado para revolucionar la medicina, coinciden los expertos. Y no descartan que en tan sólo unos años se masifique la impresión de órganos o huesos.
Hasta el momento, el uso de impresión tridimensional ha dado muchos éxitos. En Tucumán, por ejemplo, se hacen prótesis de manos y pies, tímpanos y también se usó para hacerle una tráquea a una paciente.
Se trata de una tecnología que permite crear a bajo costo, destaca el ingeniero Edgardo Karschti, de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), regional Tucumán. El año pasado, él se ofreció a ayudar a un niño de Buenos Aires, Valentín Benítez. Le hizo unas prótesis para las piernas y así el chico volvió caminar y quedó a la altura de sus compañeros de escuela. Después recibió una catarata de pedidos de gente que necesitaba lo mismo.
Karschti habla de la impresión 3D como la llave para la cuarta revolución. Sostiene que permite a cualquier persona, desde la comodidad de su hogar y bajando distintos programas, fabricar lo que quiera. “Esto no es ninguna ciencia. Por eso siempre insisto en que el desafío no es la impresión sino el diseño, cómo podemos mejorar o personalizar lo que ya está hecho”, plantea.
En plena prueba
Los usos que puede tener la impresión 3D en medicina son muchos. El gran reto consiste en lograr que las impresiones se integren con éxito en la persona receptora, sostiene el médico Guillermo Stok. Él se destacó este año en una cirugía inédita por la cual le fabricaron una tráquea a una paciente y se la colocaron. Antonia Albarracín, oriunda de Río Chico, casi no podía respirar y gracias a la intervención logró retomar su vida normal.
Stock, jefe del Servicio de Cirugía del hospital Centro de Salud, tiene una impresora 3D en la que además de tráqueas también está construyendo tímpanos con material biodegradable. Los implanta en los pacientes y en unos días ese material es reabsorbido por el cuerpo. “Estamos muy entusiasmados y siguiendo caso a caso los resultados de esta nueva tecnología. Creo que en un futuro se podrá reconstruir cualquier parte del cuerpo de la misma forma”, comentó.
Devolviendo movilidad
“Los diseños de prótesis 3D están en la nube. Hay que descargarlos (cualquiera puede hacerlos) y adaptarlos de acuerdo a la forma del muñón de cada paciente. Esto es lo revolucionario de la impresión 3D”, señala Lucas Abdala, alumno avanzado de Ingeniería Electrónica en la UTN. Este año, junto al traumatólogo Claudio Brahim le construyeron dos prótesis electrónicas de las manos a la joven santiagueña Camila Cajal. Los dos siguieron trabajando para ayudar a otros pacientes. Ya hicieron y entregaron 26 prótesis, desde abril.
“Las prótesis eléctricas funcionan gracias a un sensor que toma señales del músculo. Es decir, cuando la persona pretende cerrar la mano se activan los tendones. Eso es captado por el sensor. Lo que puede llegar a hacer el paciente depende del entrenamiento que tenga. Al principio tienen dificultades, pero ya hay gente que nos cuenta que ha logrado hasta cortar cebollas”, detalla, orgulloso, y convencido de que podrá hacer mucho más con esta tecnología para ayudar a quienes sufrieron una amputación o están inmovilizados. Al respecto, cuenta que tiene en mente desarrollar exoesqueletos (estructuras que van por fuera del cuerpo) impresos en 3D, los que permiten sostener el cuerpo de una persona y ayudarla a movilizarse o aumentar la fuerza y la resistencia.
> Cuánto cuesta imprimir en 3d y cómo es el procedimiento
Comprar una impresora 3D no es carísimo. Se consiguen desde $15.000, cuenta el ingeniero Edgardo Karschti. Su funcionamiento es sencillo: hay que conectarla con una computadora y contar con un programa especial para impresión 3D (hay muchos gratuitos).
Antes de imprimir se puede ingresar a librerías y buscar allí la configuración básica de distintos objetos. Hay de todo, desde muñecos hasta prótesis. Eso se baja como un archivo. Después se pueden cambiar dimensiones o lo que sea. Otra forma es escanear lo que se quiere imprimir con un escaner 3D y modelarlo. La impresora 3D se usa con rollos de filamento que se compran por internet, desde $ 200 cada rollo de un kilo (una prótesis insume unos 400 gramos).