Lo primero que se escucha al cruzar sus puertas son las voces de los jugadores, el golpe de los tacos y las fichas de dominó. Dentro del billar Punto y Banca, en calle Maipú al 900, se respira otro tiempo, otra época. En torno a casi 20 mesas donde se juega al snooker y a la villa, hay cilindros de metal en los que cada jugador guarda su taco bajo candado. Dos de los presentes bromean entre ellos sobre la partida que acaba de terminar y reciben una “cargada” de Leonardo Moyano, mozo que trabaja en Punto y Banca desde que abrió sus puertas en el año ‘89.
“Nunca he ido a un billar como este. He ido a algunos de lujo como El Molino, Capote... Pero a ninguno como este”, dijo Juan Carlos Prado, quien juega a la villa desde hace 50 años. “Este es un billar de primera. La mayoría conocemos nuestras familias y hay mucha confianza entre nosotros”, relató. “El billar es un lugar de reunión, donde nos sentimos como en casa. Bah, en la casa nuestra pareja nos empieza a retar, pero acá estamos tranquilos”, contó entre risas. Al ver que se acercaba Moyano, preparó la chanza. “Acá los mozos son peligrosos...” dijo cuando estaba por llegar. “Aunque lo mejor que hay en el bar son los mozos”, corrigió cuando tuvo al lado al histórico mesero.
Moyano describió con lujo de detalles los hábitos de los clientes de Punto y Banca. “Hay gente de la capital que viene todos los días, y gente del sur que viene una o dos veces a la semana. Hay algunos que pasan acá todo el día, salen del negocio donde trabajan y vienen para acá. Es un estilo de vida”, sentenció. “Uno ya sabe el gusto de cada cliente”, dijo con cierto orgullo.
Juan Esteban Agüero Rey, quien compitió en torneos de diversas categorías, tiene 82 años y empezó a jugar a los 12. Mientras alista un cigarro que encenderá en la vereda, define al ambiente del billar. “Lo que más me gusta es la gente. Hay de todo tipo, es gente con la que se puede estar en cualquier conversación. No hay nada que sea complejo, todo es divertido. Todos venimos a pasarla bien”, define sonriendo.