Sin asistencia oficial, en Los Vázquez hacen rifas para mantener un merendero

Sin asistencia oficial, en Los Vázquez hacen rifas para mantener un merendero

Un grupo de recuperación de las adicciones asiste a un centenar de niños pobres. “Todo el trabajo que hacemos en prevención de las adicciones se va al tacho. El Gobierno nos trata como basura”, reclamó Víctor Guerra, de Los Vázquez.

HORNO DE BARRO. Guerra explica desde el patio de su casa que, sin los insumos del Estado, ahora sirven la merienda una sola vez a la semana. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio HORNO DE BARRO. Guerra explica desde el patio de su casa que, sin los insumos del Estado, ahora sirven la merienda una sola vez a la semana. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio
30 Octubre 2017

Los integrantes de un grupo de recuperación de adicciones de Los Vázquez denunciaron que hace meses no reciben los insumos para llevar adelante el merendero que gestionan. Los adictos en tratamiento atribuyen la situación a la desvinculación de un grupo de profesionales de la Secretaría de Adicciones de la provincia. “Por los despidos en Adicciones desde hace tres meses que a la yerba y la harina la compramos nosotros vendiendo rifas. Todo el trabajo que hacemos en prevención se va al tacho, algunos volvieron a tener recaídas. El Gobierno nos trata como basura”, reclamó Víctor Guerra, referente del grupo “Con esperanza nos fortalecemos”.

Guerra recordó que el merendero comenzó en 2015 y que recibía tres veces por semana a un centenar de chicos. “Ahora hace tres meses que no recibimos los insumos. Con las rifas podemos dar la merienda un día a la semana. Somos 28 en el grupo, nosotros buscamos leña, amasamos los bollos y hacemos la merienda. Tenemos que hacer la rendición de cuentas y un técnico nos acompaña para la presentación. Con los despidos no tenemos quién nos acompañe y entonces no podemos traer las cosas. ¿Quién les dice a los chicos por qué no tienen algo para comer a la tarde?”, dijo.

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“La desvinculación redujo el equipo técnico y no se puede continuar con el acompañamiento. Ellos van al Ministerio de Desarrollo Social para recibir insumos, pero desde agosto que no reciben los elementos. El merendero funciona como estrategia contra las adicciones: se genera un espacio de encuentro donde los chicos descargaban la ansiedad con actividades. El trabajo es individual, grupal y comunitario”, explicaron a LA GACETA los profesionales Emilio Mustafá, Gabriela Morales Perrone y Gustavo Cortés.

Morales Perrone y Cortés informaron que hace 10 meses esperan una nueva designación, y que desde entonces trabajan gratis. Forman parte del grupo de 30 trabajadores cuyos contratos se vencieron y reclaman su renovación a la Provincia. “Hace casi un año que tenemos que buscar otro trabajo y nos damos tiempo para venir a trabajar con los chicos, porque no podemos abandonarlos”, explicó Morales Perrone.

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Mustafá, coordinador de Abordaje Territorial de la Secretaría de Adicciones, mantiene su vínculo pero, detalló, es el único profesional para trabajar en los barrios Antena, La Costanera, Sifón y Los Vázquez.

“Empezamos siendo cinco chicos, y ahora somos 28”, continuó Guerra mientras fumaba cigarrillo tras cigarrillo en el patio de su casa, donde dan la merienda.

Afuera, en las calles de barro, una multitud de niños correteaban descalzos. “Pude salir de mis problemas gracias al grupo. Antes andaba más en la calle drogándome que en otra cosa. Llevo tres años sin consumir cocaína. ¿Sabés lo que eso significa para mí? Consumía desde que me levantaba a las 6 hasta que me iba a acostar, a las 2. A la mañana siguiente ya tenía cocaína en el bolsillo”, contó el vecino de 32 años y seis hijos. Y agregó: “toda la vida hubo hambre aquí. El barrio comienza con gente que venía al vaciadero a comer de la basura. Muchos padres no tienen para darles de comer a sus hijos. El merendero es fundamental. Sin la merienda que damos muchos chicos hacen apenas una comida por día. No hay para cirujear ni changas para hacer”, lamentó.

Susana Décima, una de las cocineras, explicó que gracias al grupo el barrio se transformó: “los chicos hicieron las gestiones y ahora hay una plaza con juegos infantiles; hicieron una cancha de fútbol y hay una escuelita de fútbol y de boxeo; recuperamos el galpón de la parroquia Divino Niño, donde se dan los talleres del Avanzar; está el merendero y ahora esperamos que comience un taller de chacinado con la universidad San Pablo-T. Estoy orgullosa”, acotó Décima.

Guerra y Décima afirmaron que tienen el mismo temor: “que vuelvan las recaídas y que el paco y la cocaína sigan avanzando”.

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