El auto que compró el jugador de Atlético habría sido usado por la banda de inhibidores de alarmas
Yerba Buena había sido azotada el año pasado por una ola de robos a vehículos de alta gama estacionados cerca de bancos y shoppings. El vehículo era buscado por la Policía desde que una cámara de seguridad captó a los ladrones dándose a la fuga después de haber cometido un hecho delictivo.
El auto en que circulaban dos jugadores de Atlético Tucumán, el mediocampista Alejandro Melo y el delantero Fabio Álvarez, registraba pedido secuestro por una causa que había tenido una amplia repercusión mediática en abril de 2016: la banda de inhibidores de alarmas que atacaban vehículos de alta gama. Por eso el rodado fue retenido por la Policía y sus ocupantes quedaron demorados, pero sólo por unas horas.
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Los futbolistas fueron interceptados por policías cuando circulaban por la avenida Aconquija al 1.700 a bordo de un Peugeot 308 blanco el miércoles al mediodía. Los uniformados habían reconocido el vehículo y habían chequeado, mediante la patente (MGC 501), que se trataba de un coche mencionado en un hecho delictivo. Melo y Álvarez fueron llevados a la ex Brigada, en Junín al 800, donde el rodado quedó secuestrado. Cuando se le comunicó la situación a la fiscala de Instrucción VIII°, Adriana Giannoni, ordenó que pusieran en libertad a los ocupantes del vehículo.
“El auto fue comprado de buena fe hace una semana o hace 10 días, en una concesionaria. No se tomó ninguna medida contra ellos porque se mostraron los documentos de la compra”, explicó más tarde el presidente del club, Mario Leito.
Cómo funcionaban
Fuentes del caso confirmaron que el vehículo aparece en el expediente que involucra a una presunta banda que usaba inhibidores de alarmas para ingresar en vehículos caros y robar lo que llevaran dentro. A comienzos del año pasado, los investigadores detuvieron a un grupo de personas, entre quienes había varios de integrantes del clan “Los Gardelitos”, luego de que Yerba Buena se viera azotada durante semanas por una ola de robos a coches de alta gama.
El comunicado que emitió Atlético tras el secuestro del auto de Melo, que figuraba como robado
El denominador común era que la sustracción de elementos de valor del interior de los autos se daba principalmente en las zonas de los bancos o los shoppings de la “Ciudad Jardín”, donde la gente suele moverse con efectivo.
El modus operandi común era el empleo de tecnología que impedía activar los seguros y las alarmas de los rodados.
Pese a que la banda había cometido reiterados robos, a los pesquisas les resultaba difícil identificarlos, ya que siempre se movilizaban en vehículos distintos. Pero, a mediados de febrero, una cámara de seguridad los captó en el preciso instante en que abrieron las puertas de una camioneta que se encontraba estacionada en la zona del ex Abasto y, en cuestión de segundos, se llevaron una mochila con dinero.
Esas imágenes fueron claves para atrapar a los delincuentes.
El 20 de abril de 2016, sin embargo, los sospechosos fueron liberados. Según se informó entonces, una mala instrucción policial nunca aportó elementos probatorios contra los sospechosos.
Paralelamente, las fuerzas de seguridad no habían conseguido dar con el vehículo que habían utilizado esa vez en que fueron filmados para darse a la fuga. Hasta el miércoles.
La concesionaria
Melo y Álvarez le explicaron a la Policía que ese auto había sido comprado en una concesionaria de la zona oeste de San Miguel de Tucumán y aportaron los datos del vendedor. Este hombre -según dijeron las fuentes- está siendo investigado por Giannoni en el marco de la pesquisa, pero por el momento no se lo acusó de ningún delito ni se ordenó ninguna medida en su contra.
Según consta en las actuaciones policiales que se realizaron durante el secuestro del automóvil el miércoles al mediodía, en la Dirección General de Investigaciones los jugadores mostraron una cédula de identificación del automóvil a nombre de una mujer de Formosa llamada María Bernarda Ávila Leiva -presuntamente, ex dueña del vehículo- y un boleto de compraventa que había firmado Melo como comprador y Martín Méndez como vendedor.